Torreón Maciel

Maila y Fleur corrían en silencio. No sabía donde estaban los demás pero en su cabeza solo podía pensar en que habrían acabado igual que Iemai. <<Oh, Iemai...>> Pensó con nuevas lágrimas surgiendo en su rostro. Tenía grabado a fuego la muerte de la cercana y de Nori como un tatuaje, y sin poder evitarlo se imaginaba al resto siendo asesinados de la misma forma.

La hawaiana empezaba a sentir el dolor fruto de tanto tiempo corriendo y cuando la francesa pidió que pararan ella le hizo caso y respiró hondo. No podían estar mucho tiempo parada, pero no se veía a Lasca por ninguna parte. Se llevó las manos a la cabeza mientras no dejaba de dar vueltas de un lado a otro, recuperando el aliento e intentado asimilar lo ocurrido.

Frunció el ceño cuando Fleur empezó a hablar. ¿Era posible que Lasca estuviera tan loco como para ir a Maciel? Si, lo estaba. Las dudas de su amiga se abalanzaron sobre ella como un virus y la infectaron. <<¿Pero adónde ir sino?>> Ir a Sendar era jugarse aún más la vida en aquellos instantes.

-No-. Dijo con un tono autoritario que le salió sin querer, quizás fruto del miedo.- No podemos ir a otro sitio, Maciel está más cerca-. Comentó mirando las calles atentamente, aún seguía con lágrimas en la cara. -T-tenemos que entrar dentro del torreón, aquí no estamos... seguras.- Explicó con un tono suplicante queriendo que Fleur entrara en razón.

Maila negó con la cabeza ante sus palabras, claro que Iemai estaba muerta. Nadie podría haber sobrevivido a eso. Con el llanto de la francesa el suyo también se redobló y no dudó en acercarse y abrazarla. Necesitaba su contacto, y ella el suyo.

-Vámonos de aquí.- Le susurró al oído aún abrazándola.-Por favor Fleur, tenemos que movernos, ¿vale?-. Le dijo a pesar de que a ella misma le costaba hacer caso a esas palabras. La cogió de la mano y empezó a correr lentamente y como pudo, no podía dejar que se volvieran a parar ninguna de las dos.<< Iemai...>> Pensó de nuevo con dolor y tristeza.

Cuando se vislumbró Maciel la hawaiana redobló el esfuerzo. Para su sorpresa cuando entraron ya estaban allí Qwara, Toni y Pefka. Maila no pudo evitar darles un abrazo a todos con profundo alivio antes siquiera de decir nada. Sus lágrimas eran de alegría.

-Iemai y Nori están... Y no sabemos cómo están los demás. H-hemos tenido que salir corriendo.- Explicó de manera confusa sin poder evitar que le temblaran un poco las manos, la adrenalina estaba desapareciendo y su cuerpo reaccionaba con temblores. Empezaba a sentir de verdad el peso de los acontecimientos.

El abrazo que Maila le proporcionó fue intenso pero breve debido a las circunstancias. Y pensar que esa misma mañana apenas habían cruzado palabra, cuánto habían cambiado las cosas desde entonces. Fleur estaba destrozada y habría seguido con la cabeza apoyada en el cuello de la hawaiana más tiempo, pero tenía razón. Aceptó el tono autoritario de su amiga sin rechistar y aún pensando en cómo había negado con la cabeza a si Iemai seguiría viva la siguió sin mirar atrás.

Los últimos pasos hasta poner un pie dentro de Maciel le fueron eternos, como si antes de resguardarse tras sus muros Lasca fuera a caer sobre ella. Pero no ocurrió y ambas pudieron internarse sin dificultades. Eso tampoco la consolaba demasiado, se le antojaba extraño, el por qué de momento habían tenido tanta suerte y en principio no habían sido perseguidas. Tragó saliva, quizá se estuviera entreteniendo con sus amigos.

La sorpresa de encontrar no solo a Pefka y Toni, si no también a Qwara dentro del torreón volvió a poder con ella y sus emociones a flor de piel. No pudo evitar abrazarles con algo de cuidado. Todos estaban mal y ver al español en concreto en ese estado tan diferente a como se solía ver él le daba un toque de realidad más profundo, no era cosa de nadie en particular, si no que estaban viviendo una auténtica tragedia.
—Lo siento... lo siento mucho —sollozó en dirección a los macieleros, desconsolada y sin ser consciente todavía de que poseía magia tanto para curarlos a ellos como al hijo de Lunas, quién presentaba peor estado.

Dolía mucho, y su cabeza no dejaba de pensar en todos sus nombres. Rúa, Nery´s, Kiki, Sarah. >>Por favor...<<. ¿Solo quedaban ellos? ¿Cinco personas?.

Qwara atravesó el puente a toda velocidad para reunirse con Keskit y Dren en la entrada del torreón, mordiéndose el labio inferior al no ver a ninguno de sus compañeros. Los macieleros tenían preguntas, era de esperar, y ambos vieron la verdad en su cara antes de que les resumiera rápidamente lo poco que sabía.
—¿Cómo están Jara y Reira? Yo no tengo magia para ayudar, pero seguro que alguno de mis amigos me sigue de cerca —se apresuró a decir cuando el asreniano reaccionó tan desesperado, intentando por todos los medios que la misma desesperación no la dominara a ella—. A las malas puedo volver sobre mis… —añadió indecisa, enmudeciendo a mitad de frase cuando unos pasos resonaron en la calle.

La sudafricana se apresuró a asomarse con los otros dos, permitiéndose un pequeño suspiro de alivio al reconocer a Pefka y a Toni. Cuando el español habló con lágrimas corriéndole por la cara, sin embargo, la morena palideció y tuvo que buscar apoyo en el marco de la puerta para no venirse abajo.
—¿T-todos muertos… ? —susurró con dificultad, notando como sus rodillas temblaban y amenazaban con fallarle. Aquello no podía ser verdad, no tenía ningún sentido—. Iemai dijo que no podía tocarnos. —añadió casi con tono de súplica, como si rogar fuera a servir de nada a aquellas alturas.

Antes de que ninguno de los dos chicos pudiera responder nuevos pasos llegaron desde el exterior y la humana corrió a ver quien era. Ver a Maila y Fleur de una pieza fue como un soplo de aire fresco en un día caluroso, una señal de que lo que había dicho el andaluz podía ser un error, y cuando las chicas les abrazaron la morena les devolvió el gesto con evidente alivio. La información que traían concordaba en parte con lo que había dicho Toni, no obstante, y confirmaba que al menos dos de sus compañeros no iban a volver.
—Hay que volver sobre nuestro pasos —dijo con más entereza que la que sentía, rascándose con nerviosismo la palma de su mano izquierda mientras su mirada saltaba por todos los presentes—. Si están heridos quizás estén a medio camino y no puedan llegar sin ayuda. —razonó con toda la fría lógica que fue capaz de reunir, aferrándose a aquel último clavo ardiendo antes de darse por vencida.

No estaba segura de cuáles serían las respuestas de sus amigos, pero si no decían nada pronto ella saldría por su cuenta en busca de los demás. No tenían tiempo para malgastar en un debate que en su opinión no iba a ninguna parte.

Toni palideció cuando vio entrar a Fleur y Maila por la puerta. Si ellas están vivas igual alguien más puede estarlo.

Cuando las vio hablar dejo de pensar que eran fantasmas que habían podido llegar hasta allí sin sus cuerpos. Desde que Ulmara le había dicho que en su mundo veían fantasma, tenía aquel pensamiento recurrente.
Salió corriendo para abrazar a Fleur y después a Maila.

—Sí, si vosotras estáis bien, igual los demas no esta...—dijo secandose las lagrimas y quitándose la bolsa donde todavía quedaba algo de comida —Tenemos que volver, tenemos que volver.

Pensó en Ulmar ay Sarah. No podía permitirse perderlas, a ellas no. Deben estar vivas. También pensó en los demás pero los rostros que no dejaban de salir en su cabeza eran el de ellas dos.

Durante unos segundo Maila solo podía pensar en lo aliviada que se sentía de ver a Toni y Pefka vivos. Escuchó el rumbo de la conversación como si no se encontrara en aquel lugar. Su mente aún seguía en las calles, con Iemai. Pero lo tenía claro, tenían que salir a buscarlos. Quizás aún estaban vivos... ¿Cómo se habían torcido tanto las cosas?

La hawaiana no podía evitar preguntarse cómo alguien podía ser tan cruel. A pesar de ser consciente de la naturaleza de la ciudad seguía sorprendiéndola. Cuando escuchó el comentario de Keskit su primer pensamiento fue gritarle desbocada que se callara y que no tenía ni idea de por lo que habían pasado. Estaba confusa por todo lo sucedido y no sabía cómo gestionar bien todo aquello. Sin embargo logró controlarse, gritarle a aquella pobre chica no tendría sentido. No era culpable de nada y sólo serviría para pagar su impotencia con ella. Antes de hablar chasqueó la lengua, se merecían al menos una explicación antes de salir a buscarlos.

-A ver, no t-tenemos mucho tiempo.- Empezó a decir mientras se apartaba los pelos de la cara bastante nerviosa por tener que relatar todo aquello.- Vino un tío monstruoso con alas y empezó a amenazar a nuestra amiga y...Bueno todo se descontroló muy rápido y ese Lasca los mató-. Resumió rápidamente, sin darse cuenta había omitido la parte en la que Iemai usaba a Nori como escudo. Quizás por vergüenza a relatar esa parte, por una lealtad inconsciente o porque decirlo en aquel momento solo crearía más preguntas. En cualquier caso no tenían mucho tiempo para aquello. Maila miró a otro lado muy confusa por toda aquella situación y por haber omitido esa parte.-En serio, tenemos que irnos. Ahora mismo podría estar haciéndoles daño...- Dijo con tono urgente.-

Los abrazos fueron en cierta forma reconfortantes, no aliviaban todo el dolor que estaba sintiendo en esos momentos pero de manera paralela le ayudaba sentirles cerca, notar la piel con piel no le hacía dudar de que eran reales y al menos ellos estaban vivos. Nunca había sido una persona muy física ni de añorar ningún tipo de contacto, pero no se habría deshecho de aquellos abrazos en mucho tiempo pues lo único que le apetecía en esos momentos era encogerse y sollozar por horas.

Sin embargo los macieleros le recordaron que había otras cuestiones que debían atender. Principalmente explicarles qué había ocurrido. Fleur no estuvo preparada para el tono de voz que empleaba Keskit pero tras reflexionar consiguió entenderlo, ellos acababan de perder a un amigo y eran incapaces de imaginar cómo había ocurrido si no les daban más detalles. Sin embargo ella no era la más indicada para hacerlo pues en una de esas veces cuando miró hacia atrás el nublino ya yacía en el suelo cubierto de sangre. Decidió guardar silencio y dejar que Maila fuera la que relatara un poco con prisas los sucesos, pero por su manera de expresarse supo que había pasado algo entre medias que ella no había visto. La hawaiana actuaba un tanto extraña.

Tras la pregunta del asreniano la francesa continuó guardando silencio por un buen rato, esperando que sus peores temores se confirmasen. Y así sucedió, sus amigos querían volver a salir para encontrar al resto pero era incapaz, el miedo la paralizaba, la sangre. Se sentía egoísta pensando en si Rúa estaría herida, o si Nerýs necesitaría sus pastillas. ¿Pero no era mejor esperar a que ellos regresaran? ¿O buscarles horas más tardes? Cuando estuvieran seguros de que Lasca ya no estaba por la zona. Intentó convencerles de ello de manera breve pero no lo consiguió, además acabó por sentirse avergonzada en su intento y guardó silencio hasta que los vio salir.
—Tened cuidado... por favor os lo ruego —sus ojos aún llorosos miraron a los de Maila un segundo antes de verla desaparecer fuera del torreón— quizá... pueda ayudaros... —dijo luego en dirección a los macieleros, no podía ser tan cobarde y no hacer nada. En sus manos estaba el poner el hombro en una situación tan catastrófica.

>>¿Por qué te rezo y me siento tan sola?<<

Después del abrazo sintió que la vida volvía sus mejillas.

—Igual tienen razón—se dirigió a los de su torreón— hemos huido de allí, no podemos volver sin más.

Toni tenía un cacao en la cabeza que era incapaz de tomar una decisión.

—Han muerto, Iemai y Nori han muerto. Después de matarlos atacaron a todos los demás— Toni aguantaba el nudo en la garganta para poder seguir hablando— ... salí corriendo pero cuando ví que Nerys y Pefka estaban en el suelo me quedé paralizado y solo me puse encima a Pefka y salí corriendo pensando en que yo sería el siguiente en morir.

El nudo que tenía en la garganta brotó. Toni rompió nuevamente en llanto. Desde que llegó a Rocavarancolia nunca había tenido un ataque de ansiedad, hasta ese momento. Consiguió verbalizar algo que en su cabeza sonó más claro que en sus labios.

Qwara comprendía el malestar de Keskit y Dren y entendía que la terra hubiera saltado de aquella forma, pues de estar en su situación ella habría actuado igual, pero tampoco quería que aquello escalara más. Por suerte Maila explicó algunas cosas para todos, aunque fue bastante parca en palabras, y la morena agradeció por el momento aquellas pequeñas migajas de información. Dren intervino entonces antes de que su impaciente compañera pudiera saltar por las malas.
—Yo vine dando un rodeo, así que me desvié un poco de la ruta que solemos coger, pero diría que no fue a más de veinte minutos de aquí —le contestó al asreniano con rapidez, indicándole a continuación de memoria el lugar aproximado en el que había tenido el encuentro con Lasca—. ¿Qué sugieres para ir sin que nos vea? —preguntó entonces, mordiéndose el labio con impaciencia.

Se imaginaba lo que debía estar pensando la otra macielera por su expresión, pero las respuestas elaboradas tendrían que esperar a que pudieran reunir a todos los que seguían con vida o alguien más podía acabar tan mal como Iemai y Nori. «Mejor no digas eso en voz alta» se dijo a sí misma, asqueada por lo práctico e impersonal que había sonado aquel pensamiento en su cabeza.
—Seremos rápidas. —prometió una vez hubieron trazado un plan más o menos útil, despidiéndose de todos en la puerta antes de regresar a la calle en busca de sus compañeros.

Sigue en Calles.

Para Fleur fue difícil ver marchar a Qwara y Maila fuera del torreón en busca de los demás, claro que le parecía terriblemente valiente pero tenía una mala intuición, como si constantemente tuviera que estar despidiéndose de la gente. Temía por sus vidas hasta el punto en que se imaginó qué sería de ella si perdiera a la hawaiana, posiblemente fuera reducida a una carcasa de carne, porque pocas cosas tendrían sentido sin tenerla cerca. Podía vivir en un mundo en el que no se hablara tanto con Maila desde aquel beso pero... imaginársela como Nori o... >>Iemai... .al final no lo hemos conseguido... llegar todos juntos<<. Y estaba por ver el estado del resto de sus amigos.

Fleur asentiría con torpeza a las palabras de la Ulterana, la estampa debía ser patética. Primero Toni con una especie de ataque ansiedad, y luego la propia francesa que no era capaz de ayudarle pues ella misma seguía sollozando en voz baja y con las manos temblorosas. Dejó el arco a un lado y se arrodilló al lado de Reira y Jara, por un momento tuvo el impulso de rezar por ellas pero ahora sabía que eso no servía de mucho.
—Ojalá Rúa estuviera aquí... —dijo sin poder evitar mirar por un segundo al español y que las lágrimas amenazaran con desbordarla de nuevo. Ni poseía el alcance mágico de la sueca, ni los conocimientos médicos de Kiki. Ella era como una versión peor e intermedia de ambas. Pero tenía el don para hacer algo, así que intentó centrarse— vale... está bien —la magia acudió a sus dedos con aquel cosquilleo familiar y Fleur aplicó los hechizos curativos con lentitud y precisión sobre el cuerpo de la repobladora— tenemos un amuleto con el que podría curarse del todo y... nuestra amiga es la única capaz de cargarlo pero espero que con esto aguante hasta entonces... —les dijo notando cansancio mágico, pero no tanto como el percibido meses atrás. La visión de Jara era abrumadora y lamentable, pero tuvo cuidado de no decirlo en voz alta. No era algo que los macieleros no supieran ya. Dudó entre preguntar si podía seguir haciendo cosas por ellos o volver a darle un abrazo a Toni pero terminó por no hacer ninguna de aquellas cosas mientras se contenía por no perder los nervios.

Todavía tenía sus manos tapando su cara, cuando se sobresaltó con la pregunta. Gracias a la pregunta volvió aquella figura a su mente, los golpes y el cuerpo de Iemai sin vida como una muñeca de trapo. Tenía una mezcla de rabia y pena. Rabia por aquella criatura, pero también por Iemai.

—No tengo muy claro, todo está borroso. Recuerdo que tenía alas y que iba muy bien vestido. Parecía borracho—consiguió decir todavía hipando.

¿Cuánto tiempo había pasado? Como tantas otras veces la visión de uno de los refugios era calmante y esperanzadora. Sin embargo aquella vez era especial, probablemente la más dolorosamente aliviante de entre todas aquellas vueltas a casa.

Dejó que alguien de los que estaban bien llamase a que les abrieran y cruzó aquel puente con esas últimas fuerzas puestas antes de ir a derrumbarse en algún sitio. Estaban al fin seguros. Lo más seguros que podían estar de momento en aquella ciudad.

—Rua, Fleur, Kiki... encargaos de las heridas... —se giró mirandolas a todas— Siento que tengáis que cargar con todo así después de... de esto. —No logró terminar de decir aquello.

Se separó al fin de Kiki no sin darle un pequeño mimo de ánimo antes.

Se le humedecieron los ojos con las lágrimas amenazándole para volver a salir ahora que la presión de la ciudad se aligeraba. En realidad tan solo tenía ganas de tirarse allí mismo al suelo y llorar y gritar. Rendirse y mandarlo todo a la mierda. Ni siquiera entendía porque se aguantaba de no hacerlo. Si eran las lecciones de su hermana, las últimas acciones de Iemai, intentar no hundir el ánimo de todo el mundo aún más o las duras palabras de Kiki. Se dejaba llevar por sus antiguas costumbres para calmarse a sí mismo.

—Q-

Tras conseguir ganar algo de tiempo con la repobladora Fleur aceptó el vaso de agua aún con mirada apesadumbrada y contempló como Toni intentaba responder a las preguntas de los macieleros. Ella tampoco podía esclarecer demasiado pero se atrevió a hablar tras el español.
—Apareció de la nada... y reclamó a... —sería incapaz de pronunciar su nombre sin venirse abajo—. Reclamó a nuestra amiga como suya, se conocían de antes... al parecer no debía de ser u-una cosechada. Luego... es lo que ya os hemos contado —los mató, y elevó el vuelo para hacer lo mismo con ella y con todos. ¿Por qué entonces ellos cinco habían llegado al torreón a salvo?.

El tiempo pasó de manera extraña, repleto de silencios incómodos con los macieleros por la situación tan desastrosa y una sensación de asfixia y ansiedad instaurada en su pecho. Cuando escuchó voces fuera se levantó como un resorte aún mareada y sin poder creer lo que estaba viendo ante sus ojos. No solo Maila y Qwara habían regresado, si no que el grupo entero (menos las ausencias claras y dolorosas de Iemai y Nori) continuaban con vida. Con heridas feas, pero vivos al fin y al cabo.
—No puedo creerlo —les dijo boquiabierta y apartándose para que se cobijaran bajo la seguridad de los muros. Después se fundió en otro abrazo rápido con la hawaiana, no quiso hacerlo con los demás por no causarles más daños.

Estaba más aliviada, pero la pérdida seguía siendo terrible y no tardó en volver a sentirse apenada. Quería ayudarles, y a la vez preguntarles con urgencia cómo lo habían conseguido y donde estaba Lasca. Por eso alzó las cejas con sorpresa y agrió la cara cuando vio el curso de acción que pretendía llevar Nery´s, más aún sin dirigirse a los macieleros allí presentes y sin explicar nada de lo ocurrido.
—Basta —le interrumpió, cortante pero sin alzar la voz. La Fleur del pasado no habría tenido valor para hablar así, pero la actual ya había lidiado con los aires de mando del frivy y no tenía tantos problemas para decir lo que pensaba—. Este no es el momento —no quiso tener una reacción desproporcionada porque entendía que todos pudieran estar nerviosos y con la tensión al máximo. Pero la francesa no permitiría que siguiera con aquello. ¿Qué creía que había estado haciendo todo ese tiempo?. Claro que ayudarían a los heridos, ya había usado su magia con Jara—. No hace falta que lo digas, sabemos... perfectamente qué hacer, tranquilo —Fleur pensaba que había convivido lo suficiente con el chico como para que entendiera que su papel de líder se había quedado allí en su mundo natal, y que todos funcionaban de una manera diferente—. A ver...  —dijo algo más sosegada y haciendo estómago, seguía destruida emocionalmente pero por un momento se había visto obligada a desviar su atención— ¿Qué ha pasado...?