Torreón Maciel

El grupo meditaba las posibilidades y el mamífero calvo propuso una idea bastante buena, que sus compañeros fueron expandiendo con varias opciones.
—Si alguien ve a Setenta y siete rondando por allí podemos poner tres exclamaciones bien grandes simbolizando peligro —opinó tras la idea de Reina—. Me parece bien reunirnos mañana para elegir el lugar apropiado.

En ese instante Kolja regresó junto a Keskit, interviniendo en la conversación como no, para llevar la contraria.
—¿Y qué nos impide ir con más frecuencia si queremos? Es para intercambiar información y ayudarnos: diría que vale la pena.

Una parte de la enderth casi se sentía extraña diciendo aquellas palabras. Era irónico, pero meses atrás le habría dado la razón al humano: ¿para qué iban a arriesgarse si podían recoger la comida desde la seguridad de su torre? Pero allí estaba, abogando por la opción ligeramente menos sensata pero más beneficiosa para más gente. Se decía que lo hacía únicamente por el beneficio propio, pero en su interior sabía que aquello ya no era cierto.

Amira asintió ante lo de buscar un sitio donde dejarse mensajes con información relevante, y al símbolo que sugirió Lethe para avisarse de que Setenta y siete rondaba la zona. Eran buenas ideas que la francesa compartía. No iba a añadir nada más hasta que a Kolja, que acababa de subir, se le ocurrió abrir la boca para soltar que aquello no era práctico. A veces se preguntaba qué coño le pasaba por la cabeza. ¿A qué venía el egoísmo de no querer salir a dejar ayuda cuando no les costaba nada? Además la ayuda iba a ser recíproca, ni siquiera estaban haciendo un acto de absoluta generosidad en el que no recibirían nada a cambio. y que aún pudiera justificar el argumento de Kolja para no salir

—Eso mismo —dijo tras Lethe— . ¿O te parece mejor idea ir por ahí sin saber si Setenta y siete, o cualquier otra cosa, anda por la zona? Además, tampoco es que esté tan lejos como para suponer un riesgo enorme ir a dejar unas notitas de vez en cuando, ¿eh?
Si él no quería ir, que se quedara en el torreón, pero Amira no iba a dejar que las comunicaciones entre los dos grupos se quedaran en nada solo porque pudieran coger las cestas en el torreón y no tener que salir.

Adam escuchó incómodo lo que Kolja tuvo que decir cuando regresó de revisar el armamento. Suspiró por lo bajo por lo egoísta que sonó aquello, esperando que aquel mensaje no lo hubiese dicho con malas intenciones. Se podría decir que, de todos, era a Kolja quien más conocía y con quien mayor tiempo pasaba. El ruso ya era consciente de algunos deslices verbales de su maestro pero esta vez ya no pudo callar.

—Kolja, es como dice Lethe: nos beneficiamos todos —dijo con el ceño medio fruncido, suspirando al principio y procurando recordar que va a decirle un par de cosas al Alemán la próxima vez que entrenen, entendía en parte que no quería que todos se expusiesen al peligro pero eso ha sido de mal gusto incluso para él.

Con Lethe ya se sumaron el ruso y Amira. Adam se sintió mal por decir aquello y añadir mas peso al asunto, tensando quizás el ambiente sintiéndose algo culpable.

Mientras los de Maciel hablaban Adam se percató de algo: no estuvo colaborando en casi nada, restándole importancia al ofrecimiento que hizo de visitar a los del torreón Sendar. Poco podía aportar ante el plan de intercambiar información y menos aun ante el tema de los hechizos. Entrenó hasta el cansancio con Kolja pero de qué le servía un cuerpo fuerte si no pensaba con claridad o no podía hacer magia como Kahlo o Kradko.

—Yo, bueno… —hubo una larga pausa antes de que pudiese decir nada—. Lo de vernos en diez días lo veo bien, si los demás están de acuerdo conmigo —apoyó la propuesta del mono del queso dedicando miradas a los demás en busca de aprobación, quiso sentirse útil.

Realmente necesitaba intentarlo, tener esperanzas en hacer magia con ayuda de Chromsa.

Las propuestas y positivas seguían saliendo y Kahlo estaba contenta con ello. Estar rodeada de tanta gente con el mismo interés, sobrevivir, resultaba alentador, y si pronto conocían a los chicos del otro refugio sus redes no harían más que crecer. No quería emocionarse mucho, pero la varmana se sentía esperanzada.

El comentario de Kolja tan pronto volvió la desubicó. Le miró con el ceño fruncido, mas no le dio mucha importancia hasta que Lethe y Amira pusieron las cosas sobre la mesa. De verdad que a veces no comprendía al humano, aunque siendo sinceros hacía tiempo que había dejado de intentarlo. Ayer se ofrecía a hacer de escolta para llevar a esos mismos chicos a su torreón, poniendo en riesgo la piel de los suyos, y hoy le ponía pegas al plan de comunicación. Se limitó a suspirar sin unirse a la regañina por respeto a los anfitriones, por eso y que ya eran suficientes. No tenía que molestarse. La armoniosa risa de la repobladora le arrebató una pequeña sonrisa para contrarrestar.

—Sí. Diez días está bien. Solo tenemos que contar bien los días para no equivocarnos. Podríamos sacar un lenguaje de signos para referirnos a distintas cosas y apuntarlas en común, como un diccionario. Tres interrogaciones hemos dicho para Setenta y Siete, a lo mejor un triángulo para cualquier otro tipo de monstruo, un signo distinto para cada torreón...  Así escribimos frases más elaboradas con dos o tres dibujos —no conforme con solo describirlo, sacó un lápiz y dibujó en una esquina de los apuntes los símbolos que se le iban ocurriendo. Levantó el folio para que lo vieran todos—. ¡Así!

La idea de los mensajes iban tomando forma poco a poco y cada vez le parecía mejor.  -Esa es muy buena idea. Así solo nosotros sabríamos que significan las marcas- respondió a la propuesta de Reina. Sería una medida de seguridad incluso más eficiente que solo escondiendo los mensajes.

Poco después volvió Kolja con Keskit y lo primero que hizo fue poner un defecto al plan de comunicarse. Chromsa no podía negar que era cierto que no solían salir mucho, pero para un asunto como la cooperación entre dos grupos la solución era tan simple como cambiar de hábitos y salir aunque solo fuera para leer y escribir mensajes. Pensó que el terrestre no se había dado cuenta de algo así (a pesar de que no era muy difícil llegar a esa conclusión a ojos del ochrorio) pero no dijo nada al respecto. Primero porque ya otros se estaban ocupando de ello y segundo porque no sería muy cortés seguir una discusión con el otro grupo delante.

Antes de seguir con la conversación sobre los mensajes escuchó como se "reía" la pequeña Jara. -(¡Por la Acromía, que monada!)- pensó dejando escapar una sonrisa entrañable similar a la que le salía cuando cuidaba de su hermanito Ezini.

-Sí. Diez días es tiempo suficiente para tener algo que contar y que no pase demasiado tiempo sin tener contacto.- se unió a lo que decían sus compañeros. Escuchó atento a la idea de Kahlo y después vio los distintos dibujos con sus significados. -Muy inteligente, además siendo símbolos sencillos no le costará a nadie dibujarlos. ¿Se os ocurren otros símbolos para algo más?- dijo con cierta emoción por poner en práctica ese sistema.

-No me estoy oponiendo al intercambio de información- dijo Kolja, frunciendo el ceño.- Simplemente quería decir que no tenemos por costumbre salir tan a menudo del torreón, ni siquiera para buscar comida. Pero claro que podemos hacerlo más si es necesario.

Cuando se propuso que los intercambios fuesen cada diez días, Kolja asintió, se podía decir que eso era lo que solían salir de por sí, así que no afectaría realmente a la seguridad del torreón más de lo actual.

-También deberíamos buscar alguna señal que podamos utilizar para cosas más urgentes, como si uno de nuestros torreones fuese atacado por 77 y necesitásemos ayuda inmediata. Algo como un destello de luz muy fuerte, no se si nuestros magos pueden crear algo así, pero es una idea- comentó.

A la enderth le parecía bien lo que se estaba acordando así que no comentó nada y se acercó a mirar los símbolos que estaba dibujando Kahlo. La respuesta de Kolja a los reproches le hizo componer una mueca de incredulidad y lo miró durante unos instantes sin decir nada. ¿Por qué percas, entonces, había dicho aquello siquiera? ¿Le gustaba al mamífero demasiado el sonido de su propia voz? ¿Perder el tiempo? No iba a discutir, y menos en refugio ajeno. Simplemente negó con la cabeza y siguió a lo suyo.
—Podríamos tal vez usar un símbolo para cuando hemos encontrado un nuevo hechizo de utilidad. Algo como… ehm…No lo sé.
Aquello no era lo suyo y no lograba que se le ocurriese nada que pudiese representarse de forma simple.

Continuaron poniendo en común y eligiendo los símbolos que iban a usar y ultimaron el encuentro del día siguiente para buscar un lugar donde ocultar los mensajes. La enderth les dio las gracias al grupo nuevamente antes de irse: realmente había sido un encuentro muy provechoso. Sentía que el beneficio había estado desbalanceado, pero al menos la sensación de no estar aportando lo suficiente se mitigaba un poco sabiendo que iban a compartir sus provisiones con ellos de allí en adelante.

Kolja dijo que no decía aquello porque se opusiera a compartir información, pero para Amira entonces no tenía ningún sentido decirlo. ¿Para qué recalcar que no solían salir si estaba de acuerdo en que iban a hacerlo? A veces no entendía que pasaba por la cabeza del alemán, o cual era la lógica que seguían sus pensamientos, pero aquel no era el momento para preguntarle por ello. En su lugar, siguió atenta a la conversación sobre los símbolos, que habían empezado a elegir.

—Oh, eso puede ser una estrellita, o un asterisco, o algo así, por las “chispitas” de la magia —sugirió a la petición de Lethe. No es que aquello de elegir símbolos simples para comunicarse se le diera bien, pero la idea se le había venido a la cabeza y le sonaba coherente, así que hizo un esfuerzo en tomar la iniciativa a la hora de sugerir ideas ella también y no limitarse a asentir.

Siguieron eligiendo los símbolos que usar y quedaron  al día siguiente para elegir un lugar en los pozos donde poder dejarse los mensajes. Amira estaba satisfecha con el encuentro en más de un aspecto. No solo habían conseguido nuevos hechizos, y un sistema de comunicación útil, sino que había encontrado algo bueno en una ciudad horrible. Encontrar gente que quisiera ayudarte parecía algo extremadamente raro, pues los ciudadanos no podían (según les habían dicho) y aquella colaboración con otros cosechados hacía que la situación le pareciera algo menos oscura. No estaban solos y no todos los que estaban en la ciudad eran como Setenta y siete; había algo bueno en aquel sitio. Deseaba que a los macialeros no les pasara nada malo a partir de ese momento, porque las malas experiencias con el lagarto habían sido ya lo bastante horribles como para merecerse nada más.

Sigue en el Torreón Silente

En un momento del camino Pefka le hizo señas para que lo bajase. Toni no lo miró a la cara cuando lo hizo. Estaba vivo, es lo único que le importaba en ese momento.
Siguió corriendo hasta que a lo lejos vio el Torreón Maciel con las puertas abiertas. Había movimiento, Qwara ya había llegado, le dió tiempo a sentir cierto alivio por no tener que contar todo desde el principio cuando ya estaba pasando el puente.

—Tenemos que volver, los hemos dejado allí, están todos muertos, no podemos dejarlos allí, sus cuerpos....—Toni hundió la cara en las palmas de sus manos y aumentó la fuerza de su llanto.

Maila y Fleur corrían en silencio. No sabía donde estaban los demás pero en su cabeza solo podía pensar en que habrían acabado igual que Iemai. <<Oh, Iemai...>> Pensó con nuevas lágrimas surgiendo en su rostro. Tenía grabado a fuego la muerte de la cercana y de Nori como un tatuaje, y sin poder evitarlo se imaginaba al resto siendo asesinados de la misma forma.

La hawaiana empezaba a sentir el dolor fruto de tanto tiempo corriendo y cuando la francesa pidió que pararan ella le hizo caso y respiró hondo. No podían estar mucho tiempo parada, pero no se veía a Lasca por ninguna parte. Se llevó las manos a la cabeza mientras no dejaba de dar vueltas de un lado a otro, recuperando el aliento e intentado asimilar lo ocurrido.

Frunció el ceño cuando Fleur empezó a hablar. ¿Era posible que Lasca estuviera tan loco como para ir a Maciel? Si, lo estaba. Las dudas de su amiga se abalanzaron sobre ella como un virus y la infectaron. <<¿Pero adónde ir sino?>> Ir a Sendar era jugarse aún más la vida en aquellos instantes.

-No-. Dijo con un tono autoritario que le salió sin querer, quizás fruto del miedo.- No podemos ir a otro sitio, Maciel está más cerca-. Comentó mirando las calles atentamente, aún seguía con lágrimas en la cara. -T-tenemos que entrar dentro del torreón, aquí no estamos... seguras.- Explicó con un tono suplicante queriendo que Fleur entrara en razón.

Maila negó con la cabeza ante sus palabras, claro que Iemai estaba muerta. Nadie podría haber sobrevivido a eso. Con el llanto de la francesa el suyo también se redobló y no dudó en acercarse y abrazarla. Necesitaba su contacto, y ella el suyo.

-Vámonos de aquí.- Le susurró al oído aún abrazándola.-Por favor Fleur, tenemos que movernos, ¿vale?-. Le dijo a pesar de que a ella misma le costaba hacer caso a esas palabras. La cogió de la mano y empezó a correr lentamente y como pudo, no podía dejar que se volvieran a parar ninguna de las dos.<< Iemai...>> Pensó de nuevo con dolor y tristeza.

Cuando se vislumbró Maciel la hawaiana redobló el esfuerzo. Para su sorpresa cuando entraron ya estaban allí Qwara, Toni y Pefka. Maila no pudo evitar darles un abrazo a todos con profundo alivio antes siquiera de decir nada. Sus lágrimas eran de alegría.

-Iemai y Nori están... Y no sabemos cómo están los demás. H-hemos tenido que salir corriendo.- Explicó de manera confusa sin poder evitar que le temblaran un poco las manos, la adrenalina estaba desapareciendo y su cuerpo reaccionaba con temblores. Empezaba a sentir de verdad el peso de los acontecimientos.

El abrazo que Maila le proporcionó fue intenso pero breve debido a las circunstancias. Y pensar que esa misma mañana apenas habían cruzado palabra, cuánto habían cambiado las cosas desde entonces. Fleur estaba destrozada y habría seguido con la cabeza apoyada en el cuello de la hawaiana más tiempo, pero tenía razón. Aceptó el tono autoritario de su amiga sin rechistar y aún pensando en cómo había negado con la cabeza a si Iemai seguiría viva la siguió sin mirar atrás.

Los últimos pasos hasta poner un pie dentro de Maciel le fueron eternos, como si antes de resguardarse tras sus muros Lasca fuera a caer sobre ella. Pero no ocurrió y ambas pudieron internarse sin dificultades. Eso tampoco la consolaba demasiado, se le antojaba extraño, el por qué de momento habían tenido tanta suerte y en principio no habían sido perseguidas. Tragó saliva, quizá se estuviera entreteniendo con sus amigos.

La sorpresa de encontrar no solo a Pefka y Toni, si no también a Qwara dentro del torreón volvió a poder con ella y sus emociones a flor de piel. No pudo evitar abrazarles con algo de cuidado. Todos estaban mal y ver al español en concreto en ese estado tan diferente a como se solía ver él le daba un toque de realidad más profundo, no era cosa de nadie en particular, si no que estaban viviendo una auténtica tragedia.
—Lo siento... lo siento mucho —sollozó en dirección a los macieleros, desconsolada y sin ser consciente todavía de que poseía magia tanto para curarlos a ellos como al hijo de Lunas, quién presentaba peor estado.

Dolía mucho, y su cabeza no dejaba de pensar en todos sus nombres. Rúa, Nery´s, Kiki, Sarah. >>Por favor...<<. ¿Solo quedaban ellos? ¿Cinco personas?.

Qwara atravesó el puente a toda velocidad para reunirse con Keskit y Dren en la entrada del torreón, mordiéndose el labio inferior al no ver a ninguno de sus compañeros. Los macieleros tenían preguntas, era de esperar, y ambos vieron la verdad en su cara antes de que les resumiera rápidamente lo poco que sabía.
—¿Cómo están Jara y Reira? Yo no tengo magia para ayudar, pero seguro que alguno de mis amigos me sigue de cerca —se apresuró a decir cuando el asreniano reaccionó tan desesperado, intentando por todos los medios que la misma desesperación no la dominara a ella—. A las malas puedo volver sobre mis… —añadió indecisa, enmudeciendo a mitad de frase cuando unos pasos resonaron en la calle.

La sudafricana se apresuró a asomarse con los otros dos, permitiéndose un pequeño suspiro de alivio al reconocer a Pefka y a Toni. Cuando el español habló con lágrimas corriéndole por la cara, sin embargo, la morena palideció y tuvo que buscar apoyo en el marco de la puerta para no venirse abajo.
—¿T-todos muertos… ? —susurró con dificultad, notando como sus rodillas temblaban y amenazaban con fallarle. Aquello no podía ser verdad, no tenía ningún sentido—. Iemai dijo que no podía tocarnos. —añadió casi con tono de súplica, como si rogar fuera a servir de nada a aquellas alturas.

Antes de que ninguno de los dos chicos pudiera responder nuevos pasos llegaron desde el exterior y la humana corrió a ver quien era. Ver a Maila y Fleur de una pieza fue como un soplo de aire fresco en un día caluroso, una señal de que lo que había dicho el andaluz podía ser un error, y cuando las chicas les abrazaron la morena les devolvió el gesto con evidente alivio. La información que traían concordaba en parte con lo que había dicho Toni, no obstante, y confirmaba que al menos dos de sus compañeros no iban a volver.
—Hay que volver sobre nuestro pasos —dijo con más entereza que la que sentía, rascándose con nerviosismo la palma de su mano izquierda mientras su mirada saltaba por todos los presentes—. Si están heridos quizás estén a medio camino y no puedan llegar sin ayuda. —razonó con toda la fría lógica que fue capaz de reunir, aferrándose a aquel último clavo ardiendo antes de darse por vencida.

No estaba segura de cuáles serían las respuestas de sus amigos, pero si no decían nada pronto ella saldría por su cuenta en busca de los demás. No tenían tiempo para malgastar en un debate que en su opinión no iba a ninguna parte.

Toni palideció cuando vio entrar a Fleur y Maila por la puerta. Si ellas están vivas igual alguien más puede estarlo.

Cuando las vio hablar dejo de pensar que eran fantasmas que habían podido llegar hasta allí sin sus cuerpos. Desde que Ulmara le había dicho que en su mundo veían fantasma, tenía aquel pensamiento recurrente.
Salió corriendo para abrazar a Fleur y después a Maila.

—Sí, si vosotras estáis bien, igual los demas no esta...—dijo secandose las lagrimas y quitándose la bolsa donde todavía quedaba algo de comida —Tenemos que volver, tenemos que volver.

Pensó en Ulmar ay Sarah. No podía permitirse perderlas, a ellas no. Deben estar vivas. También pensó en los demás pero los rostros que no dejaban de salir en su cabeza eran el de ellas dos.