Torreón Maciel

Kradko levantó la vista de los conjuros. Ya les había echado un ojo y realmente no había mucho más que pudiera hacer con ellos a menos que se pusiera a intentarlo ahora mismo.

—Yo creo también que estaría guay cooperar —se unió a la conversación que mantenían el resto—. Los torreones están muy lejos y a veces aparecen cosas que dan mucho miedo y nos quieren matar, vale. Pero ahora tenemos más magia y mapas y todo porque nos hemos ayudado.

Reina

En el intercambio de hechizos estuvo especialmente pendiente. Otros ya dijeron lo obvio, había muchos repetidos, pero la nipona creia que aun así aquello valdría la pena. El simple hecho que parecían tener algunos hechizos de mayor potencia o con efectos que aun no habían encontrado, abria las puertas a muchas más posibilidades. Además, aquello era mutuamente beneficioso.
En cuanto a la soberbia de algunos, Reina frunció el ceño. No pensaba que era sensato el describir su situación como 'manejar la ciudad'. Ella hubiera optado por permanecer lo suficientemente imperceptibles como para no atraer atención sobre ellos.
—Cooperación entre torreones en nuestra misma situación es preferible a lo contrario. Nunca sabremos de las oportunidades que no cogimos a tiempo hasta que fuera demasiado tarde.— Reina se pronunció.
Dicha su opinion, se sumergió de nuevo a los hechizos, contrastando con los que les estaban entregando a los macieleros. Queria averiguar si habia sido fortuna o maquinación, los elencos de hechizos que cada torreón habia conseguido. Al igual que las armas de las armerias, le levantaban sospechas. Estaria alerta, sin embargo, sobre si Kolja mencionaba algo a su vuelta de la armeria.

Levantó la cabeza de los apuntes mientras todos hablaban acerca de la posibilidad de cooperar con frecuencia. Lethe sopesaba en su cabeza pros y contras, y lo cierto era que la balanza no terminaba de inclinarse hacia ningún lado en particular. El grupo anfitrión necesitaba más ayuda de la que necesitaban ellos, pero por otra parte les habían proporcionado una buena cantidad de hechizos nuevos, bastantes más de los que les serían útiles a ellos de los suyos. No podía simplemente negarse, no cuando se sentía en deuda con ellos hasta cierto punto siendo además quienes se encontraban en peores condiciones.

—Sí, deberíamos encontrar un punto intermedio entre ayudarnos y no ponernos en excesivo peligro —opinó después de que varios lo hiciesen—. Si encontramos información valiosa, ya sean hechizos u otra cosa que debiéramos compartir, entonces es cuando valdría la pena tomar el riesgo. También podemos estipular algún patrón para recoger la comida de la zona de pozos, yendo normalmente en días distintos pero coincidiendo en algunos con el fin de intercambiar información. Habría que contar días, claro, e igual resulta demasiado engorroso llevar la cuenta —se encogió de hombros.

Observó como la chica sin brazo acompañaba a Kolja escaleras abajo, preguntándose por enésima vez qué se le pasaba por la cabeza al mamífero, si es que algo. Había tenido suerte de que no parecían haberse tomado su petición con desconfianza, porque ella tenía claro que si alguien que no conocía de nada entraba en su refugio y les pedía ir de cabeza en busca de sus armas no iba a aceptar.

Kolja bajó a la armería acompañado de la chica manca. Lo que se encontró allí era idéntico a lo que se habían encontrado el primer día en su propio torreón. Las armas estaban desordenadas, desafiladas, con el cuero estropeado por el uso y la humedad, con los arcos tensados y el plumaje de las flechas aplastado y roto. También encontró un bidón con aquellos cristales que se activaban con la sangre y que al parecer eran como pilas para los magos.

-No se si ya lo habéis descubierto, pero estos cristales de aquí sirven para almacenar magia, funcionan con sangre y al activarse emiten luz, cuando se apagan es que están ya cargados- le comentó a su acompañante, pensando que ellos quizás no lo sabían.

-Respecto a las armas, si, prácticamente es igual que como nos encontramos el arsenal de nuestro torreón. Lo he puesto algo a punto en los meses que llevamos aquí, pero tampoco es que haya podido hacer nada espectacular- comentó.- En todo caso, si os apetece podéis pasaros en vuestra próxima salida a los pozos y os doy algunas que estén en mejor estado. Siempre que traigáis las vuestras, para no vaciar nuestro arsenal.- se ofreció.

-Bueno, podemos volver ya con el resto si te parece.

Amira no había dejado de comerse la cabeza desde que se había dado cuenta de cómo había invadido el espacio personal de Adam. Aunque él mismo había dicho que no pasaba nada ella sentía que lo más probable era que sí, y en aquellos momentos se le comía la ansiedad de haberle hecho sentir incómodo. ¿Cómo había acabado tan cerca de él sin siquiera darse cuenta? Estaba tan ocupada pensando en ello que el resto de la conversación la procesó a medias, y no fue hasta que varios de sus compañeros comenzaron a hablar de colaborar entre los torreones que consiguió averiguar de qué estaban hablando y volver a la conversación.

—Igual lo de las cestas es complicado, pero sí que deberíamos ir al otro torreón si descubrimos algo importante. Creo que es mejor arriesgarse a avisar que el otro grupo no sepa algo que podría ser vital —añadió a Lethe. No podía evitar pensar que esa información podía ser algo relacionado con Setenta y siete, y que a ella le gustaría saber dónde estaba para evitar esas zonas.

Mientras escuchaba las sugerencias y opiniones diversas se animó a agarrar otra de esas galletas, ni tan mal estuvo el aperitivo incluso sin considerarse demasiado fan de lo dulce. La propuesta del ochrorio le llamó la atención.

—¿D-de verdad? Claro, por mi por intentarlo de nuevo las veces que haga falta —agradeció de veras que Chromsa se tomase la molestia de ayudar a un caso perdido como lo era el ruso, teniendo un breve contacto visual con su amigo.

Claro que debían cooperar, cuantos más sean mejor. Asintió ante todas las opiniones, ninguna le pareció del todo mala.

—Eso me parece una muy buena idea, así no estaréis expuestos a mucho peligro —opinó Adam sobre lo que Sere dijo dando mayor importancia al bienestar de los de Maciel que a los suyos. Tampoco daba para más, no era mucho de pensar aquellos temas y prefirió seguir al margen y escuchar.

Kahlo estaba ensimismada leyendo los hechizos nuevos, tanto que se limitaba a emitir un suave "hm-hm" afirmativo de vez en cuando que, en realidad, venía a indicar que no estaba prestando atención. Si por ella fuese saldría de Maciel con los hechizos aprendidos, pero cierta cosa que se revolvió en su consciencia denominada modales la hizo regresar a lo que acontecía. Se quitó las gafas para evitarse la tentación de seguir leyendo, dejando que su hipermetropía hiciese de barrera natural entre ella y los apuntes. Llegó a tiempo de oír las palabras de Chromsa, con las cuales puso un gesto comprometido que se forzó en disimular aclarándose la garganta.

—¡Me gusta lo de las notas y el escondite, sí. Podríamos empezar a contar los días a partir de mañana para organizarnos mejor. Si también lo mantenemos simple será más fácil saber cuando le toca a uno u a otro. A días pares e impares por ejemplo.

-Sin problema. Ojalá haya suerte esta vez y lo consigas.- dijo mirando al ruso con una de sus grandes sonrisas. El ochrorio se alegró de poder animarle. Era cierto que era muy improbable que esta vez Adam consiguiera hacer magia, pero Chromsa no quería perder toda la esperanza. Si podía hacer feliz al terrestre...

La conversación sobre si debían seguir cooperando continuó por buen camino. Todos estaban de acuerdo en mantener relaciones, al igual que se fue imponiendo alguna forma de hacerlo sin tener que correr demasiados peligros. -Me parece una buena idea. Para lo de las notas habría que escoger un buen lugar que no sea fácil de encontrar para otros que no sean nosotros. Tendríamos que quedar al menos varios para elegirlo allí mismo. Siguiendo lo que ha dicho Kahlo, podría ser mañana para tener ya todo claro si os parece bien.- intervino. Chromsa encontraba hasta cierto punto divertido dejarse mensajes entre los escombros, pero temía que algún detalle importante lo encontrara un monstruo. No se quería imaginar lo que podría pasar si alguien o algo como Setenta y siete encontrara alguna información vital que comprometiera a los dos grupos.

—¡Sí! —agitó los brazos efusiva. Se le había ocurrido de varios lugares en los que se había fijado anteriormente—. Hay varios adoquines sueltos en la calle y… Y… Creo que también he visto algún hueco. ¡Seguro que si vuelvo allí lo recuerdo bien!

Reina

La nipona seguia a lo suyo, pasando entre los papeles, corroborando hechizos y contrastandolos a los que recordaba que ya tenian y habian traido como copias. Se introdujo de nuevo, a mitad de conversación simplemente para añadir un apunte que se habia percatado, ya que la idea general que tenian le parecia bien y tan solo se podía matizar un tanto más.
―Quizás ciertos mensajes podrian conferirse por métodos de señales o marcas, en vez de palabras. Nos ahorraria la posibilidad de que cualquier nota conferiendo información sensible cayera en las manos inadecuadas.―

Kolja se encogió de hombros ante la respuesta de que ya habían descubierto la función de los cristales y con un gesto de la cabeza le quitó importancia al ofrecimiento de dejarles algunas de las armas que había puesto a punto.

-No es una molestia, además a mi también me viene bien, si me quedo sin armas que arreglar me aburriría hasta la muerte en este lugar. Es un coñazo no ser capaz de hacer magia, eso mantiene a varios de mis compañeros ocupados- contestó, mientras subía las escaleras.

Cuando llegó al salón el resto estaba conversando sobre como ayudarse mutuamente. Lo de las notas no era mala idea, pero parecía que a sus compañeros se les había olvidado un pequeño detalle.

-Chicos, sois conscientes que no solemos salir a por comida, ¿verdad? Hace varias semanas desde la última vez que tuvimos que salir, al fin y al cabo tenemos el abordaje de las bañeras. No se si lo de las notas es tan practico si solo pasamos por ahí un par de veces al mes- argumentó.

El grupo meditaba las posibilidades y el mamífero calvo propuso una idea bastante buena, que sus compañeros fueron expandiendo con varias opciones.
—Si alguien ve a Setenta y siete rondando por allí podemos poner tres exclamaciones bien grandes simbolizando peligro —opinó tras la idea de Reina—. Me parece bien reunirnos mañana para elegir el lugar apropiado.

En ese instante Kolja regresó junto a Keskit, interviniendo en la conversación como no, para llevar la contraria.
—¿Y qué nos impide ir con más frecuencia si queremos? Es para intercambiar información y ayudarnos: diría que vale la pena.

Una parte de la enderth casi se sentía extraña diciendo aquellas palabras. Era irónico, pero meses atrás le habría dado la razón al humano: ¿para qué iban a arriesgarse si podían recoger la comida desde la seguridad de su torre? Pero allí estaba, abogando por la opción ligeramente menos sensata pero más beneficiosa para más gente. Se decía que lo hacía únicamente por el beneficio propio, pero en su interior sabía que aquello ya no era cierto.

Amira asintió ante lo de buscar un sitio donde dejarse mensajes con información relevante, y al símbolo que sugirió Lethe para avisarse de que Setenta y siete rondaba la zona. Eran buenas ideas que la francesa compartía. No iba a añadir nada más hasta que a Kolja, que acababa de subir, se le ocurrió abrir la boca para soltar que aquello no era práctico. A veces se preguntaba qué coño le pasaba por la cabeza. ¿A qué venía el egoísmo de no querer salir a dejar ayuda cuando no les costaba nada? Además la ayuda iba a ser recíproca, ni siquiera estaban haciendo un acto de absoluta generosidad en el que no recibirían nada a cambio. y que aún pudiera justificar el argumento de Kolja para no salir

—Eso mismo —dijo tras Lethe— . ¿O te parece mejor idea ir por ahí sin saber si Setenta y siete, o cualquier otra cosa, anda por la zona? Además, tampoco es que esté tan lejos como para suponer un riesgo enorme ir a dejar unas notitas de vez en cuando, ¿eh?
Si él no quería ir, que se quedara en el torreón, pero Amira no iba a dejar que las comunicaciones entre los dos grupos se quedaran en nada solo porque pudieran coger las cestas en el torreón y no tener que salir.

Adam escuchó incómodo lo que Kolja tuvo que decir cuando regresó de revisar el armamento. Suspiró por lo bajo por lo egoísta que sonó aquello, esperando que aquel mensaje no lo hubiese dicho con malas intenciones. Se podría decir que, de todos, era a Kolja quien más conocía y con quien mayor tiempo pasaba. El ruso ya era consciente de algunos deslices verbales de su maestro pero esta vez ya no pudo callar.

—Kolja, es como dice Lethe: nos beneficiamos todos —dijo con el ceño medio fruncido, suspirando al principio y procurando recordar que va a decirle un par de cosas al Alemán la próxima vez que entrenen, entendía en parte que no quería que todos se expusiesen al peligro pero eso ha sido de mal gusto incluso para él.

Con Lethe ya se sumaron el ruso y Amira. Adam se sintió mal por decir aquello y añadir mas peso al asunto, tensando quizás el ambiente sintiéndose algo culpable.

Mientras los de Maciel hablaban Adam se percató de algo: no estuvo colaborando en casi nada, restándole importancia al ofrecimiento que hizo de visitar a los del torreón Sendar. Poco podía aportar ante el plan de intercambiar información y menos aun ante el tema de los hechizos. Entrenó hasta el cansancio con Kolja pero de qué le servía un cuerpo fuerte si no pensaba con claridad o no podía hacer magia como Kahlo o Kradko.

—Yo, bueno… —hubo una larga pausa antes de que pudiese decir nada—. Lo de vernos en diez días lo veo bien, si los demás están de acuerdo conmigo —apoyó la propuesta del mono del queso dedicando miradas a los demás en busca de aprobación, quiso sentirse útil.

Realmente necesitaba intentarlo, tener esperanzas en hacer magia con ayuda de Chromsa.

Las propuestas y positivas seguían saliendo y Kahlo estaba contenta con ello. Estar rodeada de tanta gente con el mismo interés, sobrevivir, resultaba alentador, y si pronto conocían a los chicos del otro refugio sus redes no harían más que crecer. No quería emocionarse mucho, pero la varmana se sentía esperanzada.

El comentario de Kolja tan pronto volvió la desubicó. Le miró con el ceño fruncido, mas no le dio mucha importancia hasta que Lethe y Amira pusieron las cosas sobre la mesa. De verdad que a veces no comprendía al humano, aunque siendo sinceros hacía tiempo que había dejado de intentarlo. Ayer se ofrecía a hacer de escolta para llevar a esos mismos chicos a su torreón, poniendo en riesgo la piel de los suyos, y hoy le ponía pegas al plan de comunicación. Se limitó a suspirar sin unirse a la regañina por respeto a los anfitriones, por eso y que ya eran suficientes. No tenía que molestarse. La armoniosa risa de la repobladora le arrebató una pequeña sonrisa para contrarrestar.

—Sí. Diez días está bien. Solo tenemos que contar bien los días para no equivocarnos. Podríamos sacar un lenguaje de signos para referirnos a distintas cosas y apuntarlas en común, como un diccionario. Tres interrogaciones hemos dicho para Setenta y Siete, a lo mejor un triángulo para cualquier otro tipo de monstruo, un signo distinto para cada torreón...  Así escribimos frases más elaboradas con dos o tres dibujos —no conforme con solo describirlo, sacó un lápiz y dibujó en una esquina de los apuntes los símbolos que se le iban ocurriendo. Levantó el folio para que lo vieran todos—. ¡Así!