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Sede de los Taumaturgos

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02/08/11, 06:38 pm
Recuerdo del primer mensaje :

Refugio para neotransformados. Se trata de un minarete de madera rojiza de cinco plantas decorado con cenefas y arabescos. El interior es amplio principalmente iluminado por antorchas. Se divide en dependencias individuales donde imperan los muebles de madera ignífuga, los colores cálidos y el cuero. También hay áreas comunes como una cocina, dos salas de entrenamiento bien equipadas, un pequeño estudio y un salón decorado con tapices que narran batallas importantes de la historia de la ciudad.

Los pomos de las puertas de los cuartos ocupados se vuelven de color rojo y una placa con el nombre de la o las personas que lo ocupan aparece en medio de la puerta.

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29/02/24, 09:03 pm
Una de sus orejas se echó hacia atrás por la disconformidad de la respuesta, pero más allá de eso el guepardo no se movió del sitio. Esperó con cautela ya que a menos que Tayron le echase no daría la vuelta, pero más pronto que tarde sus palmaditas al colchón le indicaron justo lo contrario. Rox cerró la puerta con la pata trasera y saltó a la cama junto al lémur, poniéndose cómodo a sus pies con confianza. Cuando el chico mencionó los fantasmas se limitó a sonreír, pues nunca sabía que decir al respecto. Algún día normalizaría que su amigo veía muertos, pero ese día no iba a ser hoy. Que los fantasmas existiesen implicaba que existía un más allá, o al menos la terrorífica posibilidad de quedarte atrapado entre medias, y no era un pensamiento que necesitase en ese mismo instante. Inevitablemente se preguntó si el espíritu de Arcan no estaría entre ellos.

¿Sí o qué? —preguntó de vuelta, sonriendo con ligereza mientras le chequeaba el pecho, por poco que se viera con la camiseta puesta—. Las cicatrices en el pecho siempre quedan sexys… Aunque no mola tanto que pique. ¿No te estarás rascando, no? Yo podría…

Se cortó. Iba a bromear sobre la lengua como papel de lija de los felinos y la posibilidad de rascarle a lametones, pero definitivamente el ambiente no estaba para eso, incluso si lo decía como algo meramente ridículo y nada sexual. Fue el propio Tayron quien rescató la seriedad con dudas sobre la naturaleza de su transformación, tan acorde a sus breves pensamientos anteriores que Rox creyó haberse delatado de alguna forma. Meneó la cola de esa manera que tanto había visto hacer a Lenteja cuando estaba inquieta, golpeando suavemente el colchón y las piernas del otro sin querer.

Bueno, yo no soy lémur y… —sus fosas nasales se ensancharon de lo pesada que era su respiración—. No sé. Supongo que ya hemos perdido a tanta gente que no te puedo juzgar porque estes acostumbrado o no. Yo como cambiante debería de estar más afectado, se supone que somos muy empáticos -o eso pone en los libros-, pero… —aplanó las orejas—. Ojalá pudiera no estar acostumbrándome tanto —confesó, aunque se trataba de una verdad a medias. Realmente agradecía que las muertes cada vez le dieran más igual por integridad mental. Mientras no perdiese el cariño por los vivos…

Se encogió de hombros, todo lo de hombros que se puede encoger un guepardo medio tumbado. Tampoco quería mostrarse tan apático, así que rehuía la mirada del belga con cierta vergüenza.

Estoy, que estos días ya es mucho. No sexy como tú, pero al menos no chamuscado. Y sí. Ayudó a Dama Isis cuando estaba montando la boutique… —dijo, inconsciente de que estaba minimizando su relación, pues quitarle importancia hacía del dolor más impersonal. Suspiró, irguiéndose hasta quedar sentado—. Rena y yo quedamos con él algunas veces, y a parte lo veía a menudo en el trabajo. No sé, tampoco… es que hablase mucho con él —¿eso era cierto?—. Pero no era mal tipo. Era de tu grupo, ¿no?

Preguntó por inclusión, no porque no lo supiera. Al mirar a Tayron volvió a recostarse, despacio para no parecer brusco, atento pero no insistente por si su pérdida era más hiriente al ser más cercanos, aunque es cierto que nunca habían hablado el uno del otro delante suya. Resistió la tentación de apoyar la cabeza en sus piernas para más comodidad, pero de nuevo no estaba seguro de que fuera el ambiente.
Aes

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01/03/24, 02:19 pm
Tayron mostró una mueca algo confundida ante lo que le pareció una sonrisa por parte de Rox en su forma animal. Podía ser un cambiante pero eso no significaba que tener un guepardo estirado a los pies de su cama no resultara extraño, o que detectar algo similar a un encogimiento de hombros no fuera un pelín perturbador. Y aún con todo eso su presencia era reparadora. Desde que había entrado con cautela en su habitación el belga sentía la losa pesada sobre su pecho mucho más ligera, casi sin hacer nada su amigo estaba cambiando el plomo por corcho.

No me estoy rascando... mamá... —bromeó de puntillas. La mirada del lémur aún seguía ceñuda encontrándose desubicado en cualquier tono jocoso, más la culpabilidad era menor de lo que creía. A veces solo necesitaba eso, estar tumbado con su colega y hablar de lo mierda que era la vida. Ojalá echar mano de una cervecita.

Cuando la cola de Rox comenzó a darle golpecitos en las piernas Tay aprovechó para reincorporarse un poco y masajearse la sien sin querer evitar los toquecitos y escuchando atentamente.

Tío, que alivio no ser el único —se sinceró, pretendiendo establecer contacto visual pero sin mucho éxito. En su caso la muerte de Arcan le había afectado, pero era la primera vez que no se rompía a llorar como un descosido al recibir la noticia. En esta ocasión su pesar provenía de la rabia, una tan profunda que le daban ganas de encapsularla y patearla lejos, al mar de monstruos quizás—. Pero te entiendo, supongo que es cuestión de supervivencia... —llevar varios años en la ciudad y ninguno libre de fallecimientos de cercanos ayudaba—. Creo que una parte de mí se lo esperaba, si Mónica estaba viva... este sitio se lo tenía que cobrar por otro lado. No sé cómo pero siempre lo consigue.

La pregunta no era si ocurriría algo así de nuevo sino cuándo. Convivir con esa inquietud no era fácil y menos para él, quien ya acostumbraba a ver los estragos que presentaban los espectros. Prefería marcharse para siempre que retornar a un vacío eterno.

Al principio solo asintió antes sus palabras, jadeando con brevedad por la mención a "sexy" y alegrándose de que Rox estuviera, a secas. Dudaba que en las circunstancias que acompañaban alguien pudiera encontrarse de otra forma.

Ya... —para cuando escuchó el nombre de Rena la pelota había cesado de golpear la pared. Sintió una punzada de algo desconocido por la ursántropa, menos mal que no le había dado tiempo a vincularse demasiado con ella o estaría arrepentido de tener que despedirse de más peña, imaginaba que de vez en cuando las personas se alejaban sin un asesinato traumático de por medio. No iba a ser él quien se quejara—. Ah... así que compis de curro... y sí, era de mi grupo.

Durante unos segundos optó por guardar silencio. Podía tolerar la visión sobre el rapiña de que no era un mal tío y a lo mejor ya no lo era después de todo. Pero fue la sensación de que algo le retorcía las tripas lo que terminó por traicionarle.

Qué hostias... ni siquiera sé si llegó a considerarse uno de nosotros alguna vez —dejó espacio para que sus palabras calaran en el aire pues el tono de voz con el que se había pronunciado dejaba entrever un resentimiento mal curado—. Para mí siempre fue Barael, un capullo de cuidado, más que eso incluso —se levantó, quedando en el borde la cama y moviendo la cola esponjosa de un lado a otro sin ritmo. Si Rox se lo permitía buscaría con cuidado su pelaje corto y moteado con el cuidado de sus dedos negros—. Me caía mejor que el ingenuo de su hermano porque no comulgaba tanto con sus dioses oscuros, así que durante un tiempo nos iba guay, yo me metía con él y él conmigo, ya sabes, antes de la Luna Roja yo era todavía más cafre.

¿Era eso lo que quería contarle? ¿O deseaba ir más allá?

Barael... Barael o Arcan... como sea —dijo, con el tono más ponzoñoso que nunca—. Era un puto psicópata. Nos tuvo atemorizados durante un tiempo con la amenaza de rajarnos por la noche solo porque discutimos con Obel. Después de eso entraba y salía de Maciel a placer, hasta 2 semanas se tiró el tío fuera. Pensaba que nunca más le vería el pelo... y ha tenido que venir una secta para cargárselo... —sus labios se sellaron sin querer mirar al guepardo y sintiendo duda en cada poro de su piel. No quería ofender a Rox con la jodida verdad por muy verdad que fuera—. Eh... perdona... —cerró los ojos, como si el fundido en negro otorgara consuelo. Había algo que le picaba desde dentro mucho más que los lametones oscuros de su pecho —. No sé por qué te estoy soltando esta chapa.
Kanyum

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04/03/24, 12:03 pm
Le dio un coletazo con brío cuando le llamó mamá, pero no se quejó más allá de eso. Que el chico tuviera aunque fuera un poco de energía para bromear era bueno, igual de bueno que era saber, a su extraña y egoista manera, que él también se estaba insensibilizando a tanto golpe. Aunque no lo admitiría en voz alta prefería que se sintiera así a tener que rebajarse al lamento por bienqueda, además de por no sentirse solo en estado.

Que va —reafirmó, oyendo sin mirarle directamente—. En este sitio o mueres pronto o vives lo suficiente para que las cosas te empiecen a dar igual. No hay punto medio. Y la verdad es que… —resopló, quien sabe si suspiro o risa—, prefiero estar en el segundo bando.

Para él era toda una evolución. Considerando los numerosos milagros que le habían mantenido vivo sería una falta de respeto querer morirse ahora. Tenía más aguante que eso. El silencio que vino con la pausa de la pelota de Tayron le hizo atender, pues la ausencia de sonido hizo más estrecha la habitación, un espacio que quedó totalmente reducido con la noticia de Arcan. Con razón nunca le había hablado de él. Rox alzó la cabeza, orejas rectas por lo inesperado de su odio. No interrumpió. Hasta en su aspecto de felino su cara era un poema. Arcan, Barael… nunca le había dado semejante impresión, pero por supuesto creía más en el veredicto del lémur que en el propio.

Joder —fue lo único que se atrevió a pronunciar cuando “capullo” ascendió a “psicópata” con motivos, dejándole con un regusto extraño. Por un lado la negación: a fin de cuentas él había estado bien con el rapiña, le costaba creer que hablaran de la misma persona. Que tuviera dos nombres diferentes no lo hacía más fácil. Por otro lado alivio: el de quien se acaba de enterar de que por meras casualidades del destino ha esquivado una bala. Y es que si Arcan realmente era ese tipo de persona o había cambiado… bueno, ya no tendría forma de comprobarlo.

Por último, sin embargo, hubo una pizca de rabia. Un sentimiento demasiado abrumado y apagado por los sucesos para ser un problema por el momento. Si tan jodido había resultado ser Arcan- o Barael… ¿por qué no les había advertido antes Tay sobre él? Quizás solo fuera un capullo de boquilla, un pirado con problemas de ira al que flaco favor le harían las presiones de la ciudad, pero… Dios, ¿en serio Arcan era esa persona? No es que dudase del lémur tampoco, pero era tan inesperado… Más jodido que su muerte incluso. Rio una sola vez, un jadeo irónico, pero es que “ay, parecía tan normal, siempre nos saludaba”. Se dio cuenta entonces de lo muy callado que había estado, aupado por el perdón de Tay, momento en el que despegó la vista del suelo.

No, no te ralles —se apartó de Tayron con delicadeza, haciendo el gesto más vago y cómodo que ausente, poniendo fin a las caricias que estuviera recibiendo de su parte—. Prefiero saber estas cosas. Gracias.

Aunque para él el doble sentido era evidente, por la distancia de su tono suave y su abatido lenguaje corporal bien podría parecer cansado, no molesto. El cambiante estaba hecho a colocar espejos sobre agua cristalina para que no se viera el fondo. Por supuesto que habría preferido saberlo antes, era un golpe a la confianza, pero quizás si Tayron había preguntado en primer lugar es porque realmente desconocía que tenían relación. No es que le convenciera, pero…
Qué más da, si ya está muerto”.

Tocó la runa tatuada en su muslo derecho y al tiempo que su ropa -la misma de ayer- reaparecía, los hilos que formaban su cuerpo tejieron rápidamente al chico de siempre. “Siempre” desde los últimos dos años, claro. Sin imperfecciones, sin las ojeras que debería tener tras semejante noche de mierda, con su ligero maquillaje de idol coreano y su ya habitual pelo rosa tan estratégicamente despeinado. Parecía un actor en el escenario equivocado. El cambiante quedó sentado al borde de la cama, enterrado bajo una camisa de cuadros dos veces su talla.

No tenía ni idea de que era así —sonrió sin ganas, una expresión comodín—. Dios, que movida… —cabeza gacha colocó una mano en su frente y masajeó—. No sabía ni que tenía un hermano. Imagino que lo habré visto en algún momento o algo, pero… Madre mía. Que puto percal —masculló—. ¿Su hermano está…?

Vivo. No preguntaba si su hermano estaba al tanto, no. Preguntaba si estaba vivo. Menuda era Rocavarancolia.
Suspiró sonoramente, desechando su propia duda con un azote al aire. Se tumbó, brazos abiertos a los lados y ojos en el techo. Qué coño le importaba. Simple decencia básica humana, supuso, pero tampoco es que él quisiera ir a darle semejante noticia a un sectario al que no ponía ni nombre.

¿Crees que Hyun era buena persona? —preguntó en su lugar, recordando la extrañas condiciones de su muerte y, sobre todo, como parecía no conocer a alguien hasta que se moría. Por supuesto se arrepintió en seguida. Se presionó los ojos con las palmas de las manos, enseñando un poco de tripa al levantar los brazos y la camiseta interior en el movimiento—. Uuuugh, no. No me hagas caso. No quiero saberlo. Hablemos de cualquier otra cosa, por favor —dejó caer los brazos y volteó el rostro hacia él, con expresión agotada—. Cuéntame más sobre Barael.
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06/03/24, 09:23 pm
El segundo bando pinta que te cagas, gracias —se apuntó de cabeza. Que diferente era rumiar la culpabilidad a compartirla para subirse al caballito ganador. Sentir que las emociones por la muerte de alguien cercano llegaban a medio gas era una mierda por lo que implicaba, pero de momento prefería aquel rol a ser un nombre pronunciado en bocas de otros sin tener la posibilidad de defenderse. Tal y como ocurría allí ahora.

El silencio rasgó el aire durante unos segundos incómodos para el lémur y luego dio paso a un Rox cansado -que no ofendido- que se apartó con delicadeza. Durante un instante dejó en el aire la mano que acariciaba el pelaje. No tardó demasiado en corregirse y la depositó en su rodilla con el ceño fruncido. No deseaba observar como el australiano degustaba aquel limón agrio que probablemente le supiera a mierda.

Ya. No es menos feo de lo que suena —ahora sí, los ojos amarillos del belga se posaron en el cambiante. Dos años después le seguía pareciendo alucinante que una madeja de hilos tejiera a su amigo con tanta rapidez y a la perfección. Su mirada recorrió el cabello rosado y la camisa de cuadros con disimulo, a veces olvidaba lo agradable que resultaba a la vista.

Bueno, y una mierda. Le era imposible olvidarlo. Y eso que le molaban los grandes felinos.

Ah, su hermano vive, creo —comentó, con las mismas ganas que un conserje a punto de jubilarse le abre las puertas del colegio a los niños. Conforme la conversación avanzaba notaba que su mente empezaba a disociar, divagando por el aborrecimiento y el aura gris que empapaba todas las paredes de su habitación—. Es Obel... ¿te acuerdas de la gárgola que vino con nosotros a Krankii? Pues ese —suspiró, otra persona que dejaba más sombras que luces a su paso. Casi pensaba que era culpa suya por elegir tan mal la peña con la que se rodeaba—. Normal que no te suene, me distancié de él cuando empezó a hacer movidas raras y sectarias. No olía nada bien —de tal palo a tal astilla, ¿no?.

La siguiente pregunta le pilló completamente desprevenido. Bufó cuando el nombre del aura oscura acarició sus oídos y le golpeó el pecho con la debilidad de quien ya va siendo olvidado. Después esgrimió una sonrisa que fue de todo menos sonrisa por poder esquivar ese bache.

¿Si Hyun era buena persona? La verdad, no lo sabía. ¿Lo fue Arcan acaso?

Las preguntas lo acosaron lo suficiente como para que buscara imitar la postura de Rox, en su caso cabeza al techo pero manos en los bolsillos. No fue hasta que el chico volteó la cabeza hacia él que rompió a hablar, escondiendo la estela del cansancio bajo los cercos negros en los que se refugiaba.

No te rayes... —le aseguró—. Barael era... testarudo —la rabia amagó con abandonar sus palabras, solo superada por la nostalgia de recordar a un nublino mucho más joven e inocente, al menos en apariencia—. El tío más testarudo que te puedas echar a la cara. Pero era fuerte, y capaz... —chasqueó la lengua, contrariado. La cola del lémur se movió a su espalda, atrapada en secuencias de pesadillas ya vividas—. Joder, me jode admitirlo, ese tío nos salvó el puto culo más de una vez, y dos. Nuestra competitividad era sana pero es que... lo echó todo a perder... ¿sabes? Al final no quedó ni una sola persona que aguantara sus insinuaciones. Cuando... cuando me miraba... nunca sabía si era desde la indiferencia o con ganas de sacarme las tripas —se llevó la mano a la cara, abriendo los dedos como una compuerta para observar a Rox con toda la extenuación que era posible en un ser humano—. Je, lo sé, horrible.

En aquel punto Tayron giró todo su cuerpo hasta quedar de lado, apoyando la cabeza en su propia mano y respetando sus propios silencios para saber cómo proseguir. A pesar de la proximidad que le otorgó su gesto seguía habiendo la suficiente distancia como para considerar que no invadía ningún espacio personal.

Tío... —se atascó, fruto de ser la primera vez que trataba de ponerse en la piel del rapiña—. Creo que amaba a su hermano, es lo único que tengo seguro. El cabrón hacía lo que fuera por protegerle y ahora... siempre me quedaré con la duda de si realmente llegó a ser mejor persona —al final, lo escupió—. No merecía morir. Tenía tantas ganas de vivir como la mayoría, incluso cuando aquel engendro le arrancó la mano vino arrastrándose hasta el torreón como una sanguijuela... bah, no sé —los dedos negros de su mano derecha se enredaron entre el caos de sus mechones esmeralda— ya no importa.
Kanyum

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15/03/24, 10:23 pm
Oh. Joder —mencionó de pasadas cuando Tayron le ayudó a ponerle cara al hermano de Arcan. Claro que le recordaba. Le habían invitado a Kankri más por ser amigo de Tay que por conocerlo, pero el ángel negro y él habían preferido buggearse en el cielo antes que relacionarse con ellos.

Ahora que lo pensaba sí veía cierto parecido entre los hermanos, y eso que la Luna había hecho sus estragos. No parecía que Tay se hubiera perdido mucho con esa amistad.

La imagen que tenía de Arcan fluctuó en su cabeza y en el techo que ahora comía, notando que por mucha flexibilidad mental que tuviera como cambiante ese trabajo no era menos difícil. Menos mal que no habían llegado a relacionarse demasiado, aunque puede que con un poco de tiempo él mismo se habría dado cuenta… o no. ¿Qué era peor?
Le sonrió con suavidad al lémur detrás de la ventana de dedos, aunque todavía estaba claramente descolocado por eso de que quisiera sacarle las tripas al chico. No se movió cuando se tumbó a su lado, mirándole con la no muy sutil preocupación pertinente. Por mucho que creyera que podía haber mejorado no se atrevió a opinar, y más cuando el final le supuso tal sorpresa que borró parte de su hilo de pensamientos.

Cómo que le arrancaron la mano —preguntó tumbándose de lado para estar de frente a Tayron—. No le vi prótesis irrense —su mirada se perdió por un instante. Joder, tenía memoria fotográfica, no le podía fallar un detalle así a él. Pero es verdad que a veces llevaba guantes…—. ¿Le arrancaron la mano y le volvió a crecer?

Vale que la ciudad era una locura, pero ya podía haberle pasado eso a Eitne. Resopló con una pizca de humor, pura sátira.

A ver, no sé… No sé que decir. Cuando yo le conocí no noté nada raro, por si te sirve la opinión de un cambiante. Se supone que tengo buen ojo para la gente. Se supone —repitió con sorna, perdiendo la vista en un punto inconexo del pecho del lémur, una simple arruga en su camiseta. Con cuidado y sin presionar puso una mano en el mismo sitio—. Por muy insoportable que seas a veces hay que ser muy gilipollas para querer destriparte —tras unos segundos de silencio frunció el ceño, apartando la mano para gesticular con ella—. Y muy gilipollas para no querer ser amigo tuyo. Tío, ¿qué coño pasó con tu grupo? Joder, no conozco a nadie de tu criba pero empiezo a entender que te juntes solo con nosotros.
Aes
Aes

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Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.

Personajes : Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
Fleur: Humana (Francia)
Siwani
Aniol: Humano (Polonia)


Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.

Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D

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16/03/24, 05:28 pm
Tayron chasqueó la lengua sin que pareciera que lo hacía por fastidio, más bien se trataba del típico gesto desinteresado de quien sabe que la otra persona no va a tardar en llegar a la conclusión correcta.

Ajá, ahí le has dado, en el puto clavo —confirmó, sin ninguna mueca socarrona. El lémur recolocó su codo para que quedara un poco más lejos del cambiante cuando éste también se colocó de lado. Su cola se movía con lentitud a su espalda como un péndulo, pero los ojos del chico se movían más deprisa, atrapados en recuerdos que se quedarían tal y como él los contase ya que nadie iba a aparecer por allí para llevarle la contraria. Precisamente por eso se estaba esforzando en ser fiel a la realidad. Psicópata o no, Arcan le había salvado la vida varias veces—. Creo que fue un bicho, le arrancó la mano y le arrebató su magia. Después su muñón volvió a crecer —que lo hubiera hecho con uñas naciéndole en aquel corte aparatoso antes de tener dedos era un detalle que decidió guardarse para sí.

El desconcierto de Rox no le extrañó en absoluto, había espiado lo suficiente del rapiña como para admitir que hasta él dudaba de que fuera la misma persona. Eso, por supuesto, también se lo calló. Solo rompió su silencio cuando sintió la mano del cambiante aterrizar en su pecho. El contacto le hizo desviar la vista, acababa de lograr contener un suspiro que nada tenía que ver con el dolor, aunque sí con unas palabras que no sabía que necesitaba oír.

Ey... pero... no hace falta que mientas, sé que me odias, capullo —dijo, con una sonrisa suave que encerraba varias habitaciones con llave. Detrás de aquel muro improvisado asomó una mirada de agradecimiento que se desvaneció en cuanto sus antiguos compañeros acudieron a su mente—. Ah... eh... no lo sé, la verdad. No tengo ni puta idea. Antes los consideraba mi familia y ahora son como primos retirados. Creo que la última vez que estuvimos todos juntos fue la propia noche de la Luna Roja, como una especie de última cena o algo así. Después cada uno tiró por su lado, ahora vosotros sois los que... en fin... ya te imaginas —no estaba dispuesto a mostrarse demasiado vulnerable, no hacía falta que dijera en voz alta lo que Letargo significaba para él y si lo expresaba en un momento como aquel se aseguraba una llorera de cuidado. Podía alargar el récord de no romperse en más de doce horas seguidas...  ¿No? Estaría de puta madre.

Era increíble como las cosas cambiaban de un año a otro. O de mes a mes. Todavía recordaba las numerosas voces que resonaban por los pasillos de Maciel, ya fuera de alegría o conflicto. Ahora en cambio ninguno de sus antiguos amigos sabía de sus pensamientos más oscuros. Joder, hasta echaba de menos pelearse con alguno de ellos. Pero suponía que el final siempre era el mismo. Recordó a Nad, que fue la primera de muchos. Y luego pensó en Siete o Rádar. Si no terminaban muriendo acababan construyendo todo un mundo entero de distancia.

Los ojos amarillos de Tayron se clavaron en los de Rox. Él sí que estaba allí aguantando su mierda.

Tienes una pelusilla, espera —deslizó sus dedos negros con resolución sobre la parte de la camisa de cuadros que cubría el hombro del chico, probablemente se debía al caos de su habitación pues había contemplado como creaba ropa casi de la nada hacía un momento y no podía ser de su suciedad—. Ya está —Luego la mano se convirtió en un puñito amistoso que le propinó a penas un golpecito en el antebrazo—. ¿Cómo lo has hecho? —preguntó sin contexto alguno. Le miró de arriba a abajo, preguntándose por qué la ropa tan ancha le sentaba tan bien en lugar de quedarle como a un saco de patatas—. Quiero decir... ¿Cómo has conseguido que tantos de vuestro grupo hayáis llegado hasta aquí? Y encima al cargo de un puñado de críos... ¿Cómo cojones lo has hecho? —la duda resultaba honesta y casi taciturna. La oscuridad de su voz dio entender el por qué—. No sé yo si tienes tan buen ojo como dices, te recuerdo que te juntas conmigo. Y a mí todo el mundo en esta ciudad se me muere —mientras que a él le había dado tiempo a echarse un novio de carne y hueso y todo.

_________________________________________

"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."

"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."

"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."

"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
Kanyum
Kanyum

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Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
Nohlem: varmano granta. 1’69m
Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m

Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.

Status : Prrrr prrrrr

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18/03/24, 02:25 pm
Escondió la grima que le daba la idea, pues por mucho que como cambiante él también pudiera crecer una mano si se la cortaban, no era lo mismo unos hilos blancos que carne viva sin transformación aparente. No entendía la lógica de la ciudad, pero ya no la cuestionaba.

Solo a ratos —le reafirmó a Tayron. Ni una bajona podía romper esas cosas de su dinámica habitual.

Sus ojos se abrieron un poco más al ver que las cosas iban por otro lado, uno en el que podía empatizar con relativa facilidad. Zobriel se había distanciado del grupo con la naturalidad con la que se aleja el oleaje al llegar la mañana, y con otros motivos pero bajo la misma calma lo habían hecho Rena y Pelusa. No era nada malo, no siempre había rupturas ni malos rollos para separarse, a veces simplemente la gente tomaba distintos caminos y la vida seguía su curso. Eso no borraba el cariño que hubiera habido antes, pero claro, habiendo sido la misma noche de Luna no podía evitar encontrarlo un poco raro por lo pegado que había estado su grupo en comparativa.

Ya, ya —le dio la razón, entendiendo mejor según procesaba y sintiéndose un poco mal por saltar a conclusiones. Ser compañeros en criba no significaba estar obligados a mantener esa relación fuera de esta. Una cosa era la necesidad y otra la vivencia a secas. Al menos eso significaba que no todos tenían antecedentes como los nublinos.

La tontería de la pelusilla sirvió para quitarle la preocupación porque Tayron estuviera molesto, y el choque-puño para arrancarle una pequeña sonrisa. Se dejó empujar a pesar de la poca fuerza, amenazando con caer. La pregunta le pilló desprevenido, y por la mirada que le echó de arriba abajo asumió que se refería a sus cambios. Abrió la boca para responder (“pues, tengo unos hilitos mágicos que…”) pero el chico especificó una duda que era mucho más profunda que esa. Estiró una sonrisa de circunstancias, ya que siendo fríos ni él tenía respuesta. Hubiera preferido que le preguntase de donde había sacado la ropa o como tenía esa velocidad para pasar de un cuerpo a otro, cualquier tontería del palo. Su vista bajó a la cama.

No lo sé —dijo con total sinceridad—. Con dificultad. Supongo que mucha suerte —continuó, aunque aquello se sentía mal. No habían tenido suerte. Joder, no, ni de coña había sido suerte—. Antes éramos… no sé, éramos muchos humanos. Mayoría. Y al final en todo el grupo quedamos dos.

Volvió a dejar la espalda contra el colchón, mirando al techo. Aguantarle la mirada a Tayron no era una opción ahora mismo, más cuando el logro por haber sacado adelante a los críos mordía en su consciencia. Eitne había perdido una pierna y por muy poco no lo cuenta.

No creo que lo hiciéramos tan bien. A ver… Sí, demasiado bien para lo que nos cayó encima —frunció el ceño. Tampoco quería quitarse todo el mérito—. Yo estuve a punto de palmarla. Ya, ya —cerró los ojos y se encogió de hombros con una sonrisa—. Nadie es especial por haber estado a punto de palmarla en esta ciudad una o dos veces. Pero… —tragó saliva para deshacer el pequeño nudo que amenazaba con formarse. Su respiración se volvió mecánica por un instante—. Estuve muy cerca.

Como demostración Rox apartó se la camisa y tiró del hombro derecho de su camiseta interior, exponiéndolo. Donde en un principio no había nada pronto apareció una cicatriz vieja, la forma de una mandíbula clavada a consciencia donde se notaba faltaba un trozo de carne. Puesto que ahora realmente estaba hecho de hilo, la marca lucía como una mezcla de piel y tela blanquecina estirada que no había llegado a rasgar. No la había perdido al transformarse, solo era más difícil de ver y mucho más sencilla de maquillar. Por supuesto, nunca la llevaba puesta.

Veneno de trasgo arruinado. Ja, no eres el único con una cicatriz guay —soltó la camiseta y bajo esta y una segunda capa de hilo la imperfección desapareció—. Me quedé pajarito como una o dos semanas. Así que… no sé, no creo que seas el único gafado. La primera pérdida en mi grupo pasó al lado mía —ladeó la cabeza hacia Tayron. Al hablar lo hizo algo bajo, distante—. A la misma distancia a la que estamos ahora…

Si cerraba los ojos lo vería, el cuerpo del lémur sería reemplazado por el de Drake con el cuello en un ángulo horrible. Lo tenía tan trillado en la cabeza que en algún momento había empezado a normalizarlo.

Lo mismo nos juntamos porque somos la misma mierda —exhaló con humor por la nariz, como si así pudiera hacer a un lado la parte más turbulenta—. Y tenemos la misma suerte de mierda —especificó con una sonrisa triste—. Matarme no es tan fácil, hazme caso, así que si lo dices para deshacerte de mi y que te deje todo tirado la llevas clara. Te toca soportarme, mapache.

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Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.

Personajes : Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
Fleur: Humana (Francia)
Siwani
Aniol: Humano (Polonia)


Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.

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22/03/24, 09:53 pm
Esbozó una sonrisa cuando el chico amenazó con caer de la cama por un golpe que no tenía fuerza. Después observó como guardaba silencio, uno que servía de preámbulo para una respuesta que fue más introspectiva de la que pretendía obtener.

Conforme le escuchaba se dio cuenta de su error. Había hablado con demasiada ligereza sobre un tema que desconocía. Nunca era bueno suponer nada sobre lo vivido de alguien en su cosecha. Y menos aún comparar su desgracia con las del resto.

Frunció el ceño, por suerte el cambiante no parecía molesto, solo se había girado para quedar de cara al techo. El belga hizo lo propio antes de hablar dejando que sus piernas colgaran por fuera.

Ey, perdona —dijo de todos modos, los brazos sobre el pecho y la pelotita siendo lanzada una y otra vez sobre sus cabezas para ser recogida con éxito—. Puedo entender de lo que hablas, en mi torreón éramos muchos humanos y bueno... ahora solo quedamos Mónica y yo. Y casi no lo cuenta ayer así que... —bufó de pronto, casi divertido y confuso a la vez por algo que aún no había salido de su boca—. Jamás habría imaginado que llegaría a salir de fiesta con un pollo repleto de ojos —la mayoría de sus colegas ahora eran de otros mundos, de personas que no conocían las referencias a las que solía hacer gala. En ese aspecto solía sentirse un poco solo, aunque no con Rox allí.

Las siguientes palabras provocaron que dejara de lanzar la puñetera esfera tan alto y escuchara a su lado una historia de la que poca idea tenía. Tay intentó no sorprenderse demasiado por aquella herida tan fea cuando pudo verla más de cerca. Se sentía un poco idiota, en realidad, la piel lisa y maquillada solo era en realidad un disfraz. Aunque estaba seguro de que el tono bajo y distante pertenecían por completo al sinfín de hilos blanquecinos que conformaban a su amigo. Desvió la mirada cuando Rox ladeó la cabeza en su dirección.

La verdad... apesta —reconoció, cerrando los ojos para no imaginar el rostro anónimo de la primera persona que debió morir en Letargo. Prefirió callarse que él había quedado empapado por completo de sangre cuando aquel tipo reventó la cabeza de Nad como una sandía, quizás para que no pareciera que trataba de reducir el impacto de su historia—. No lo sabía, joder... veneno de trasgo... —era incapaz de decir cualquier otra cosa que no fuera repetir lo dicho como un loro. Estaba claro que también habían comido mierda, la pierna de Eitne era una prueba clara de ello—. No sé tío... —suspiró, alzando un poco la rodilla durante el proceso—. Prefiero no pensar qué sería de mí si la hubieras palmado entonces —se arrepintió al instante, no porque fuera mentira si no por la manera que tuvo de decirlo, más serio de lo normal.

Menos mal que fue rápido para recoger el breve humor que se respiraba entre ambos.

Más te vale —se incorporó con una mueca torcida y un dedo acusatorio, antes de sentarse se dio un golpecito de ánimo en sus propias piernas, estaba cansado de arrastrarse por los suelos buscando una compasión que nunca llegaría—. Eres un gafe igual que yo, lo acepto, pero no te creas tan guay, invertebrado de pacotilla —le correspondió con la misma sonrisa triste—. Ni que fuera una competición.

Y para contradecir sus propias palabras el lémur se quitó la camiseta de tirantes, la revoleó en mitad del caos de su habitación y remangó el pantalón hasta las rodillas, dejando sus muslos y su torso algo expuestos. Se acercó un poco al australiano, con la intención de que le viera, su cuerpo desprendía calor como una estufa.

¿Esta de aquí? —se señaló el abdomen, oscuro, pero varios tonos de piel más claro de lo que al adolescente hormonado que tanto le gustaba la playa de Zeebrugge le gustaría—. Una hiena, no es coña. Y bueno, las rodillas... la espalda... —las cicatrices aún surcaban su piel, ni siquiera la magia del anillo de Dana y todo el dolor sufrido había podido borrar las marcas de sus antiguos demonios—. Caímos varios metros sobre los bajos fondos y me reventé enterito —de hecho daba gracias que sus labios solo poseyeran algunas marcas rosadas en lugar de haber sufrido una deformación por clavarse tantos cristales rotos. Dejó que la cola a su espalda se retirara para enseñar mejor el mural—. Si nos juntamos porque somos la misma mierda... pues coño, Rox —alzó la barbilla, con un tono menos jocoso pero que se deshacía en parte del abatimiento— Ya podríamos hacerlo mejor para juntarnos por otras cosas.

Mierda, sus ojos amarillos surcaron los montones de ropa que yacían como estalagmitas por el suelo. Ahora le estaba entrando frío.

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"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
Kanyum
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Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
Nohlem: varmano granta. 1’69m
Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m

Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.

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27/03/24, 06:28 pm
Rox le devolvió una risa empática, con una breve mueca graciosa de circunstancias cuando Tayron señaló el aspecto de su amiga. Tampoco era plan de hacer chiste con lo terrorífica que le parecía.

Medio trasgo —puntualizó levantando un dedo, riendo bajo después para quitarse seriedad. Ya bastante era con narrar tanta desgracia—. Es normal que no lo supieras. Sería ofensivo que como cambiante fuera enseñando las fealdades de mi viejo cuerpo.

La repentina confesión de Tayron le dejó en un principio pasmado, no porque le chocara la seriedad en su tono (que también), sino porque no esperaba una muestra de afecto tan sincera como esa. Sentirse apreciado encendió una suave llama en su pecho que quemó cual incienso la parte más amarga de sus recuerdos, generando el agradable calor de descubrir que tan especial eres para alguien que igualmente consideras especial. Su sonrisa se ensanchó como no lo había hecho hasta entonces ese día, y antes de que el ficticio rojo colorease sus mejillas primero brillaron de blanco. Por vergüenza moderó su alegría, sin embargo cuando le llamó invertebrado rompió en una carcajada sin remedio.

¿¡Invertebrado!? ¡Qué sepas que tengo huesos! ¡Y bien bonitos, me los he hecho yo! ¿Quieres verlos? —eso era una amenaza.

Iba a meterle una yoya como castigo, pero los astros se coordinaron y el chico escapó sin pretenderlo dejando que su palma abierta chocase contra el colchón vacío.
Y entonces empezó a desvestirse.
Aquello le pilló tan de improvisto que el cambiante se quedó aún más pasmado que antes, ojos más abiertos que de costumbre y erguido sobre sus codos con pasajera tensión. Vale, claro, solo le iba a enseñar sus cicatrices pero… igual no se lo había visto venir. Mira que era australiano de playa y toda su vida se había rodeado de chicos cisgénero con alérgia a las camisetas en verano, peroooo- eso no quitaba que Tayron tuviera buen cuerpo y él ojos para apreciarlo. O que estuvieran en una puta cama juntos.

¿Te mordió una jodida hiena? —preguntó con palpable asombro, recolocándose para ver mejor sin perder la comodidad de las sábanas. Siguió cada marca señalada, surcos que no tenían impacto hasta que Tay contaba de donde venían. La fascinación viraba a horror, y el horror a curiosidad. ¿Cómo había sobrevivido?

Con demasiadas confianzas, cuidado y las yemas de los dedos, rozó la cicatriz de su espalda, trazando la carretera de piel gruesa herida sobre piel buena. En ese sentido no era muy diferente a la suya, pero al menos a simple vista era considerablemente más bonita. No es que le diera envidia tampoco.

Ya… —respondió distraído, apartando la mano al procesar mejor. Se rio—. A ver, vale. Cambio de chip entonces. No nos juntamos por ser la misma mierda sino por… ¿Tener cicatrices bien guapas? ¿Por ser los humanos más guays supervivientes? En plan, los alphas de la manada —le interrumpió una risa nasal—. ¿O mejor por que los dos estamos más buenos que el pan? —le empujó de un costado con la mano hacia un lado—. Sino mírate, cabrón, provocando. Cualquier excusa para enseñar palmito, ¿eh? ¿Te ha dado envidia mi hombro super sexy o ha sido la babilla de trasgo? —rio de nuevo—. Diré que me parece más guay que te muerda una hiena, eh… Es como más… rimbombante. “Me mordió un trasgo” suena a fanfic de Harry Potter —concluyó aún inspeccionando su torso.

Estaba bien como, a pesar del carácter de su transformación, con Tayron al lado la muerte daba menos cosa.

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05/04/24, 01:39 pm
Tay rio bajito ante la puntualización del medio trasgo, lo que más le preocupaba es que su confesión hubiera sonado demasiado sincera como para crear un momento raro entre ellos. Por fortuna la carcajada del cambiante le ayudó a entender que el chico había encajado el comentario sin más, por lo que sin ver la sonrisa ensanchada de Rox pudo relajar los hombros. De todas formas sus palabras eran ciertas, no sabía qué sería de su vida si aquel veneno se lo hubiera llevado. Era un hecho que también se extendía a todo letargo, pero en este caso el cumplido -que más que cumplido era ser realista- solo le pertenecía a él.

Ya, claro —respondió a la amenaza, con un carraspeo grave que pretendía ser mofa. Mientras pudiera seguir molestándole el lémur afirmaría que no tenía huesos, e incluso que nunca había poseído alma o pulmones. Lo que fuera por tocarle las narices un poquito, vete a saber.

Cuando se descamisó y esquivó aquella yoya por pura chorra el ambiente decayó un poco, el belga asimiló el asombro inicial pues su cuerpo siempre había estado marcado de heridas pero siempre con un origen desconocido. No se engañaba, ninguna era tan fea como la que acababa de ver, pero eran parte de su historia y estaba aprendiendo a cogerles el gusto, más si podía vacilar de ellas.

Una puñetera que encima era enana y no la vi ve... —el roce de los dedos en la cicatriz de su espalda le detuvo. Sin poder evitarlo cerró los ojos durante unos segundos de valiosa confusión, quizás abandonándose a la nostalgia de que alguien pudiera tener un gesto físico de afecto hacia su persona, pero más bien disfrutando de manera breve el recorrido sobre asfalto herido de un conductor que no era un cualquiera—. No la vi venir —terminó por suspirar, recuperando la postura a tiempo de que volviera a meterse con él.

Se dio la vuelta de sopetón ante la sarta de estupideces que tanto lugar seguro se le antojaba. Y lo hizo con un rostro entre indignación y diversión entremezcladas.

¿Los alfas de la manada? ¿Qué cojones? —a la risa nasal del cambiante le siguió la suya propia, más eclipsada por la sorpresa de un tema tan dispar, y exagerada para avergonzarle un poco con algo que en realidad no le perturbaba demasiado—. ¿Pero tú fumas o qué? Aunque... lo de ser los humanos más guays y supervivientes tiene gancho —volvió a reír, esta vez por el empujón suave sobre su costado, al que reaccionó volviendo justo a su sitio como un boomerang.

Capullo... —murmuró con una sonrisa torcida y los ojos entrecerrados, no disimularía el placer auditivo que le otorgaba sentirse halagado por el cambiante, por mucho que fuera bajo la coña. Después alzó la barbilla con falsa prepotencia y le dio un pequeño toquecito en el muslo—. ¡JA! Envidia dice... no ha sido ni la babilla de trasgo ni el hombro super sexy... —dejó unos segundos de espera aposta—. Es sólo que... ¿Cómo te atreves a ser un guepardo molón y luego retornar en mi cuarto con una camisa de cuadros?  Es ofensivo... y especista... ¡Qué soy un tío de rayas! —para confirmarlo su cola se agitó con un espasmo. No fue el único movimiento que hizo, si no que aprovechó su esponjosidad para acercarse hacia Rox y deslizarse con suavidad por su barbilla, a penas un segundo de reto—. Eh eh y no provoco, que te quede claro que te has metido en mi cama voluntariamente —Los ojos amarillos de Tayron tendieron una trampa—. ¿Es que... quieres que me la vuelva a poner? La verdad... ahora me has hecho sentir desnudo... —bromeó, tapándose el torso con las sábanas cual damisela en apuros.

El rumor de lo vivido el día anterior todavía resonaba por los recovecos de su mente pero no pensaba detenerse en el horror. Aprovecharía cualquier trozo de madera para flotar en medio del naufragio. Por una vez podía imitar la facilidad del australiano para cambiar de cuerpo, por mucho que en su caso solo pudiera cambiar de aires.

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Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
Nohlem: varmano granta. 1’69m
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10/04/24, 08:28 pm
Ah, que encima era enana… Tío pero quiérete un poco, miénteme, dime que la hiena era gigantesca y rápida como Rayo Mcqueen o algo.

Las burlas a su comentario no le pillaron desprevenido (era consciente de como de ridículo sonaba eso de humanos alpha), pero igual se tomó la libertad de hacerle una peineta cuando le preguntó si fumaba.

Sí anda. Que aquí el que fuma eres tú, que en tu país estáis todo el día dándole a los porros —calló un segundo, en duda de si esos eran los belgas o los holandeses, y en tal caso, cual de los dos era Tayron. Era… ¿belga? ¿No? Lo despachó con un gesto—. O yo que sé, vuestros paises tienen todos el tamaño de Melbourne.

Le observó con aparente aburrimiento y poco fingida confusión cuando empezó a hablar de cosas que en su cabeza no tenían relación: guepardos y camisas a cuadros. A su boba explicación solo exclamó un “ah” poco impresionado, teniendo una reacción menos mustia cuando le pasó la cola por la barbilla. El cambiante rompió a reír, intentando apartarle de un manotazo a la vez que se ruborizaba rápidamente por sus segundas.

Mira que eres tonto —chasqueó la lengua, un sonido que podría haber sido más ofensivo de no ser por su delatadora sonrisa. Se lo estaba pasando bien, especialmente con el lémur actuando cual doncella entre sábanas. Rox arqueó las cejas, decidido a seguirle el juego de tío rudo y muchacha pudorosa mirándolo de arriba a abajo, sobreanalizando su silueta—. Hmmm… Nah —se desplomó reclamando espacio en la cama de la manera más abrasivo-masculina que se le ocurría, como si fuera suya. Con los brazos cruzados tras la cabeza a modo de almohada no dejó de mirarle—. Tú solito te has desnudado, asi que ahora me dejas disfrutar de las vistas… —otro vistazo largo e indecoroso. Debajo suya algo serpenteó hasta salir a la vista, una cola de tigre (¡a rayas!) con la que le acarició el pecho de forma sugestiva—. Bonitos pezones.

El tono grave y la seriedad de su voz al decir aquello terminó de romperle, primero con un bufido de contención y luego con carcajadas que le hicieron encogerse brevemente sobre su estómago.

¡Hostia!, perdón, perdón… —miró a otro lado para tomar aire, sabiendo que como mirase a Tay otra vez volvería a darle la risa—. Bueno, ¡mira!, esto confirma que no solo nos juntamos para hablar de muertos, ¿no? —se tapó la boca a tiempo. Otro bufido—. Mierda, que mal —joder, es verdad, que Arcan estaba muerto. Se pinzó la nariz, conteniendo una sonrisa avergonzada—. Diría que voy a ir al infierno pero es que para el caso… —rio otro poco más.

Total, ¿cuál iba a ser su problema ahora? ¿Ser un invitado de mierda para un funeral?

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13/04/24, 04:11 pm
La cara de Tayron fue mutando por varios estados desde el momento en que Rox comenzó a meterse con él, primero desconcierto con la mención a una hiena que podría ser algo más aparte de patética, luego ofensa e indignación acompañadas de una peineta a la altura de la que esgrimía el cambiante.

¡Vete a la mierda! —declaró dando un golpecito a su propio colchón, sus ojos se abrieron tras trabársele la lengua por lo impaciente de atacarse mutuamente con sus respectivos países, por increíble que pareciera aquella parcela era completamente nueva. Tras acabar con una risotada y las mejillas encendidas pudo sacar las armas en ristre—. ¡Perdona, capullo australiano! Algunos fumamos mientras otros... ¿otros qué? ¿Cabalgan arañas gigantes y pelean contra canguros?... ¿Cómo es que no tenéis pase VIP para venir a esta ciudad, eh? JA —bufó—. Si lo más resaltable que tenéis es a Chris Hemsworth —. Lo cierto es que pocos conocimientos geográficos poseía al respecto, solo lo básico para combinar tres estereotipos mal contados—. Aunque... —al final iba a darle la razón—. La verdad es que un porrito ahora sí que me fumaba. Menudo colocón.

Ante la imposibilidad de que los ojos le hicieran chiribitas por probar alguna sustancia estupefaciente el belga alzó las cejas visiblemente intrigado cuando vio que el medio surcoreano le seguía el juego. Puede que solo fuera una treta, pero durante los primeros segundos permaneció inmóvil, un poco expectante por su lenguaje corporal tan masculino y abrasivo. Las miradas indecorosas le hicieron sentir que poner las sábanas entre ambos igual no era tan mala idea. Y no precisamente porque se sintiera incómodo con la situación.

Por suerte la nueva cola a rayas entró en escena y permitió que la sangre oxigenada volviera a circular por su cerebro tras rozar su pecho con sensualidad. Si las palabras graves pero estúpidas del cambiante no hubieran acompañado al gesto casi se habría visto en un aprieto de verdad. Por fortuna le fue imposible no reír por lo absurdo.

No no... no pidas perdón... hostia... ya sé por qué nos juntamos, estás fatal —convino con dificultad para recuperar su ritmo de respiración normal tras las carcajadas. El pecho del lémur subía y bajaba con velocidad mientras se llevaba las manos a la cara y se pasaba los dedos por los mechones del cabello. Volvió a bufar, sospesando lo pequeña que le parecía la habitación y su cama de repente. Diablos, hasta sentía un pequeño calor familiar y agradable en la nunca—. Casi me lo creo y todo ¿eh? —la posibilidad de estar siendo irrespetuosos por la muerte de Arcan no le perturbó ni un poquito. Se encogió de hombros—. ¿Acaso no estamos ya en el infierno? O quizás... quizás mañana lo estemos cuando cualquier criatura nigromántica nos mate. Así que para lo que nos queda en el convento...

Sí, tenía que vivir el momento. Carpe Diem y cualquier movida que justificara la línea que estaba a punto de cruzar. Tayron desnudó su rostro cambiando las manos de posición, una detrás de la cabeza y la otra reposando en su propia pierna. Cuando sus ojos amarillos se clavaron en los de Rox estos poseían un brillo distinto, seguía siendo él, por supuesto, pero ahora despedían una oscuridad cautelosa a la que le daba igual si la curiosidad mataba al gato.

Ahora te toca a ti... —levantó un poco el pie para indicarle que se diera prisa, no había tiempo que perder—. No pensarás que me iba a desnudar de gratis... además... ¿estamos de coña, no? —se incorporó un poco, no iba a preguntarse más de una vez si estaba metiendo la pata hasta el fondo por extender la broma. Y era jodidamente divertido mirar a Rox de manera que indicara lo tanto que le sobraba la camisa a cuadros. Cuando habló lo hizo con la voz más aterciopelada de lo que pretendía—. Si estamos de coña imagino que no tendrás ningún pero.

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21/04/24, 01:55 am
Tayron no estaba haciendo un buen trabajo insultándole como australiano. Eso de cabalgar arañas y pelear con canguros sonaba bastante más guay que fumar porros.

Pf, al menos tenemos cosas resaltables. No puedo decir lo mismo de vuestro país. ¿De dónde es que eras, perdona…?  

Aunque muy bien colada en burla, la duda era genuina. Le tiraba más belga que holandés, pero cuando estabas en Rocavarancolia aprendías a ver a la gente por sus planetas, no por sus nacionalidades. Todo su paripé tuvo resultado, porque visto el careto de empanado que se le quedó a Tay antes de reirse estaba claro que no se lo había esperado. Si es que era un actor fantástico. Le dedicó un par de risas más, contagiado, necesitando aire y pausa antes de ofenderse. Su cola de tigre le golpeó la pierna un par de veces, adelantándose a su queja.  

Eh, ¡eeeh! Fatal no estoy, me hago muy guapo todas las mañanas —recriminó con una amplia sonrisa, apartando la cola en arco para verle—. ¿Cómo no te lo ibas a creer, si lo decía en serio? —bromeó. Luego se encogió de hombros tras él, asintiendo un par de veces con las cejas arqueadas en un silencioso “touché”—. O una hiena pequeñita y silenciosa… —añadió, aguantándose la risita.

Lo que no se esperaba es que Tayron le devolviese la pelota. El cambiante se había adueñado de su cama como si tal cosa, pero ver al otro cambiar la actitud por una más “pimp” (y encima sin camiseta) le hizo ganar una densa consciencia de dónde y con quien estaba. Rio prudencial mientras tanteaba terreno, considerando hasta que punto podía seguir la broma y hasta cual era excesiva. Por cambiante que fuera para algunas cosas Rox tenía una mente sencilla: a menos que tuviera una salida más resultona, si le decían “no hay huevos” estaba obligado a demostrar lo contrario.

¿Sabes que antes de que cerraran el burdel al cambiante lo pagaban más caro? —dijo irguiéndose sobre sus codos, sosteniéndole la mirada a Tayron con expresión orgullosa, nada acobardado—. Y te preguntarás, ¿por qué? —continuó con voz suave. Un bufido brusco, sin embargo, le interrumpió—. Bueno, si te lo preguntas es porque eres tonto sinceramente. Joder, para no saber porqué. Ejem —carraspeó con un sonido un poco más convincente—. El caso es… —retomó el tono aterciopelado, y ganando altura al erguirse se apartó la manga izquierda de la camisa, liberando un hombro—, que este cuerpo vale más que otros... —hizo lo mismo con el derecho, dejando caer la prenda a su espalda—. Entiende que no es lo mismo verte a ti sin ropa que a mi… ¡Peeeero!

Sus dedos se aferraron al borde de su camiseta interior oscura, jugueteando con ella como si fuera parte del teatro mientras pensaba que hacer. Era lo que separaba el seguirle la corriente y quedarse tan pecho-playa como él o decirle que se fastidiara. Ambos resultados tenían su aquel.

Estoy en tu cuarto, soy un invitado, al final he entrado aquí sin pedir permiso… y eso está muy feo. ¡Pero no me has echado! Y me has contado cosas sobre Arcan, hemos estado de buen rooollo… —ladeó la cabeza, sonriente, ligeramente ruborizado por la espectativa—, y encima ¡voy y te falto el respeto con una cola de puntos en vez de rayas! —su cola ya corregida se puso tiesa, como un signo de exclamación—. Pero eh, me has perdonado. Supongo que podría hacer una excepción por esta vez… —le señaló—. ¡Pero no te acostumbres, que sigo siendo un modelo caro!

Cruzó las manos sobre la tela -derecha en el borde izquierdo, izquierda en el borde derecho- y se quitó la camiseta en cuestión de segundos, echándola atrás junto su camisa de cuadros. Sin gracia ni sensualidad alguna se dejó caer de vuelta al colchón con los brazos extendidos, tumbado sobre sus prendas.

Hale, ya está. ¿Te gustan mis cicatrices?

A parte de la runa de vestir había pillado el gusto a llenarse el cuerpo de tatuajes (cuello, hombros, brazos, pecho…) pero al haber pasado la noche convertido en guepardo esta vez no había tenido tiempo de hacerse ninguno- o casi ninguno: a la altura de su cintura, antes del pantalón y del lado que más cerca quedaba de Tayron había una mano garabateada en línea gruesa, un “ok” inverso. Si Tay lo miraba, Rox añadiría con voz firme:

Achante.

Y le metería su respectiva hostia.
Le podía seguir el juego, sí, pero también bajo sus propios términos.

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23/04/24, 08:28 pm
Alzó las cejas con incredulidad. Una sonrisa a medias que aceptaba la burla de la misma forma que escondía un poco de ofensa. ¿Le preguntaba de verdad o se estaba haciendo el tonto?

Te has tomado muy en serio el papel de machirulo... ya ni siquiera me escuchas cuando hablo... —contraatacó, adoptando de nuevo su postura de damisela abrumada a pesar de no recordar del todo si había mencionado Bélgica como su hogar de origen alguna vez—. Soy de Wisconsin... ¿De dónde si no? También de los hippies que se afirman como "ciudadanos del mundo" —entrecomilló al aire—. Ciudadano de todas las mujeres... y hombres... no discrimino —el comentario casposo le hizo bufar antes de que Rox se tomara demasiado en serio su reto. No sería él quien se quejara, no obstante.

El lémur aguantó la risita por la pulla de la hiena, pero guardó silencio controlando una respiración impaciente y observando con detenimiento como el cambiante se hacía con el ambiente de la habitación. Los labios del belga se curvaron un poco por lo divertido de la interpretación, pero no demasiado, no más de algún quejido risueño o un golpecito de vuelta a los que recibía del australiano. Cuando el chico dejó la interrogante en el aire de por qué los que poseían su transformación eran mas cotizados en el mercado Tayron echó la cabeza hacia atrás con un carraspeo ronco y apresurado.

¿Por qué? —exigió. Su tono de voz indicaba que sabía la respuesta pero deseaba que el secreto escapara de su boca, como ocurrió un instante después. Ladeó la cabeza al compás de Rox sin imitar al completo su expresión sonriente. No es que no lo estuviera disfrutando, pero una parte de él le pinzaba la piel a modo de recordatorio. Sentía una culpabilidad ligera precisamente por eso, por estar disfrutándolo. Y no quería aprovecharse de la situación por si su amigo desconocía lo... bueno... lo mucho que perturbaba sus sentidos—. Sí... la verdad, ha estado muy feo eso de que me faltes el respeto —le siguió la corriente, igual de pendiente de la tela que aún cobijaba su cuerpo que de la lucha encarnizada que se daba en su mente. Al final ganó el dejarse llevar, aunque fuera por egoísmo. Si Rox pensaba que sus bromas nunca maquillaban sus miradas de arriba a abajo es que el tonto era él.

El medio conjuro se rompió de manera abrupta en cuanto la prueba quedó más que superada, especialmente cuando su atención se detuvo en la mano garabateada que portaba su cintura.

¡Pero serás imbécil! —gruñó con la hostia recibida al achante. Se dispuso a devolvérsela con el ceño fruncido pero con una sonrisa de oreja a oreja mientras decía—. ¿Qué has comido hoy? ¿Payaso? Estás más graciosillo de lo normal —la mitad de su querella particular enmascaraba verdadero fastidio. Tras rebajar la carga de intensidad ahora resultaba más extraño si se paraba a contemplar su torso.

Lo cierto es que lo hizo de todas formas.

Suspiró llevándose la mano al rostro para ocultar lo obvio de su debate. Joder, es que estaba muy bien. Estaba bueno que te cagas y encima le hacía olvidar toda la mierda que últimamente les rodeaba. ¿Sería tan malo si...?

Al carajo. Iba a ser todo lo caradura que pudiera. Estaban en su cuarto... ¿no? Si quería podía marcharse. Pero allí estaban los dos. Sin camiseta. Y en una tesitura que amenazaba con apretarle el pantalón.

Tayron recortó distancias en una cama ya de por sí pequeña, abrió las piernas para que estas abrazaran al cambiante sin llegar a tocarle y le miró desde abajo, los morados de su pecho contra el tapiz casi liso de quien le tenía tanto contra las cuerdas.

Eh y dime... —no temía mirarle a los ojos ni trataba de ser seductor, aunque se apartó un mechón esmeralda y negro de la frente para poder verle con más claridad. Simplemente fue él, sin artimañas ni dobles intenciones porque sus intenciones ocupaban ahora el primer plano—. ¿El modelo caro es exclusivo? —relajó los hombros para darle algo de margen al martilleo de su pecho. Los dedos negros del lémur acariciaron con suavidad la costilla del cambiante -si es que este no se había apartado ya- sin reparar en el frío metálico que pudiera sentir por el roce de su anillo—. Estaría bien saberlo —argumentó ahora con más ligereza, los ojos amarillos sin despegarse de los suyos. No sabía por qué pero sentía seguridad en la firmeza de su postura, casi desafiante—. Porque yo ya no estoy jugando.

Apostaba la casa.

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"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."

"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."

"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."

"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
Kanyum
Kanyum

Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
Nohlem: varmano granta. 1’69m
Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m

Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.

Status : Prrrr prrrrr

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09/05/24, 11:26 am
Ante sus primeras palabras arrugó la cara con mofa cómo si hubiera chupado un limón, pero no dijo nada más. El tono exigente de su pregunta no fue tan fácil de enterrar, no obstante, siendo uno de esos casos en los que sabes que el silencio te da la desventaja. No es que a Rox le diera miedo ser sugerente o responderle sin pelos ni señales con total sinceridad ("¡pues porque follamos de puta madre!"), pero... ¿Entonces por qué no decía nada? Empezaba a sentirse raro. Y eso que solo era eso, una broma.

Al menos el lémur había pillado otro anzuelo, la tontería del respeto seguida del golpe del achante, una distracción suficiente a la carga de su mirada. No es que no le gustase la atención, era cambiante y modelo, claro...
Su risa explotó con la molestia del otro, haciendo temblar su pecho mientras preparaba la mano para otro golpe mucho más débil que el anterior, una palmada más que otra cosa.

¿Payaso? —objetó en cuanto tuvo aire, examinando a Tayron rapidamente—. Yo no te veo ningún bocado. Bueno, sí, el de la hiena... —rio flojito, la premisa a un chiste que primero le hacía gracia a él—. ¡A lo mejor se te contagió de eso!

Continuó riendo, esta vez entredientes. Si es que se las ponía a huevo. Ahora que bien dicho quien rie último rie mejor, y Rox pronto se quedó con la carcajada estancada en la garganta. De repente tenía a Tayron encima, no literalmente por suerte, un detalle que sin embargo se compensó en su contra con aquella pregunta. Por la tensión de todos sus hilos se sintió como una marioneta desenrredada de la que algún niño está tirando con demasiada fuerza, y el propio lémur vería los nervios reflejados en sus ojos: el color marrón con el que había nacido clareó al gris de sus hilos. Lo mismo pasó allí donde cruzó con su tacto, como si contrariamente los dedos negros del belga tiñeran su piel de blanco. Dio un pequeño respingo por la sorpresa, pero no se apartó.

¿Exclusivo? —repitió con una sonrisa de supervivencia, riendo en susurro, pero bien se encargó el otro de especificar que no estaba bromeando. Genial. Y él medio desnudo—. ¿A qué te refieres con exclusivo? Porque bueno, creo que soy bastante exclusivo, sí. Por muy cambiante que sea creo que no hay nadie que se me parezca, no...

Sacó el valor de mantenerle la mirada, sonriendo con naturalidad a pesar de estar desestabilizado por dentro. Su respuesta era un salvavidas, a lo mejor estaba ¿malpensando?, pero ni teniendo el cerebro más flexible del mundo se tragaba del todo eso. Las intenciones de Tayron parecían tener un único camino, y quizás por haber sido criado bajo un rol femenino le saltaban tantas alarmas a un momento así con un amigo. Esa vieja intuición, la pegajosa sensación de presa. Sabía que tenía novio, ¿verdad? Y él estaba bien con Milo. Pero...

Vas a tener que especificar, Tay.

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♪♫♬:
Aes
Aes

Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.

Personajes : Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
Fleur: Humana (Francia)
Siwani
Aniol: Humano (Polonia)


Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.

Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D

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01/07/24, 01:10 pm
La nueva proximidad a la que había reducido al cambiante se tornó lo suficientemente peligrosa como para que el lémur no advirtiera los pequeños cambios que se sucedían en sus hilos más allá del clarear de sus ojos. La realidad es que se encontraba inmerso en aquella sonrisa natural y en el duelo de miradas que parecían mantener. Una escaramuza sin adversarios pero con la misma tensión que se daría si hubiera conocido a Rox la noche anterior y ahora yacieran en su cama sin más pretensiones que seguir la estela de lo imprevisto.

En cierta forma la nueva visión que tenía de su amigo sí le era desconocida y eso le ponía nervioso. Estaba acostumbrado a cruzar bromas y pullas, pero rodearle con las piernas con un juego oculto de palabras de fondo era bien distinto.

Por un instante el respingo hizo que Tayron temiera haber malinterpretado las señales, pero Rox no rehuyó el contacto y eso le arrancó un suspiro de alivio, además de añadir salvaguardas de seguridad con las que planeaba armarse de valor para continuar acariciando su piel con delicadeza. Una delicadeza que no se correspondía con la agitación de su pecho.

Cuando le pidió que especificara echó la cabeza hacia atrás momentáneamente, reprimiendo una risa inquieta por lo cristalina que le parecía la situación de repente. Se le daba demasiado bien hacerse el tonto, pero esa era precisamente una de las cosas que más le atraían de él. Ahora solo quedaba comprobar si se atrevía a girar ese pomo candente y aceptar las consecuencias.

Recuperar la compostura no le resultó difícil una vez dejó de reprimir el ansia de sus deseos. Los ojos amarillos del belga recorrieron los trazos que sus propios dedos negros marcaban, como si al repetir el contacto tratara de asegurarse una vez más de que elegía no retirarse de su lado. No se detuvieron mucho tiempo en su pecho antes de divagar sobre la clavícula y el cuello, para finalmente deshacer todo rastro en el mentón antes de romper el silencio.

A lo que me refiero... —comenzó, su sonrisa portando un aire travieso y prohibido. Si solo estaba retándolo y pensaba que iba a echarse atrás estaba equivocado. Siempre había tenido una habilidad innata para desconectar de las normas sociales cuando le daba la gana y estaría mintiendo si decía que lamentaba lo que estaba a punto de hacer. En lo que a su mente de chorlito respectaba ahora mismo no existía Milo, ni tampoco unas explicaciones vacías a su espectral novia. Tan solo vibraba con fuerza lo asfixiante de las cuatro paredes de su cuarto y el rubor mudo que sentía si miraba la boca de Rox más segundos de la cuenta—. Me refiero a esto.

A la mierda.

Imagina vivir en una ciudad de muerte y pedir permiso antes que perdón.

Tay se inclinó para quedar a la misma altura pero sin deshacer el abrazo de sus piernas, su cola a rayas danzó a su espalda justo cuando cruzó el campo minado hasta sus labios. Si no se apartaba la mano cálida del lémur descansaría en la nuca del cambiante, sin proporcionarle demasiada fugacidad al beso pero tampoco con parsimonia.

Cerró los ojos. Transportado por la sensación electrizante que le provocaba culminar el juego y seguir las órdenes de sus instintos más bajos. Solo un pequeño quejido que sonó a regusto advirtió lo que opinaba de aquello.

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Kanyum
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Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
Nohlem: varmano granta. 1’69m
Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m

Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.

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Sede de los Taumaturgos - Página 32 Empty Re: Sede de los Taumaturgos

03/07/24, 12:48 pm
Quería morirse. Quería morirse y salir pitando, pero ahí estaba, aguardando quien sabe qué. Tayron era un tío con señales tan discretas como los anillos azules de un pulpo venenoso, si no le había detenido ya era por una mezcla de miedo a aceptar que aquello estaba pasando, porque sería echar por tierra la relación que compartían y… y porque estaba de buen ver, qué coño. Pero… no de todo tenía el otro la culpa. No. No era solo eso.

Es posible que tras transformarse en cambiante hubiera desarrollado una piiizca de narcicismo. Ser tan atractivo como se le antojase y verse bien molaba, pero saber que gustaba a la gente, sentirse deseado… eso era adictivo. Especialmente cuando aquel al que había cautivado era un chaval al que perfectamente habría creído hetero que no conocía su pasado ni trayectoria como chico trans. Su dilemas con el género le habían creado ciertos complejos menores que dado a su carácter no externalizaba, pero verlos derretidos de un plumazo era, como poco, un chute durísimo de validación. 

Eso no significaba que no quisiera morirse.

Igual de inútil que un cervatillo que ha sido encontrado por el lobo, Rox aguardó agazapado por su final. No evitaría que se lo comiesen, y puede que en el fondo hasta quisiera, pero tampoco sabía que más hacer, a tal punto que cuando los dedos de Tayron ascendieron por su pecho, clavícula y cuello, el aire quedó apresado en sus pulmones sin poder ir ni para atrás ni para adelante. Temía que de exhalar se formase un suspiro, y ya bastante problemático era estar dejándose hacer como para encima demostrar que estaba disfrutando de su tacto. Quizás Tayron se cansase, quizás en el último minuto se riese de él y todo pasase por un bro-momento muy hijo de puta por la coña. "¡Ja, qué te creías, ¿qué te iba a besar, maricón?!” Habría estado bien. Podría pegarle, cagarse en sus muertos, llamarle maricón también y- ¿Por qué no podía el lémur ser menos valiente?

Ganaron las malas ideas. Rox cerró los ojos cuando la cercanía fue inmediata, y cuando el tacto de la mano en su nuca y el calor de sus labios inundó sus sentidos, suspiró algo parecido al alivio. Igual que da más susto la cola de una montaña rusa que la atracción en sí, a Rox se le fundieron los miedos y desconectó los sentimientos cuando simplemente pasó. Hecho el pecado, ¿por qué no disfrutarlo? Había tenido alguna que otra fantasía con Tay, pero cosas totalmente circunstanciales, nada serio. Ahora no obstante, todas y cada una de ellas clamaban en harmonía. Al quejido de Tay se sumó uno propio, y aunque su corazón estaba haciendo parkour en su pecho y sus labios respondieran con anhelo, la nube sobre la que flotaba resultó ser tan efímera como una de verdad. En cuestión de un par de segundos la realidad rompió contra él. Gracias al dolor físico de sus nudillos, cerrados a las sábanas como si su vida dependiera de ello, fue consciente de muchas cosas. Demasiadas. 

Estaba besando a Tayron. Su amigo. En su cuarto. En su cama. Medio desnudos. Tenía novio.
El nudo de piernas se deshizo cuando se echó para atrás, tan torpe y acelerado como si acabara de despertar de un mal sueño, tan abrupto que casi cae de la cama. Rox estaba pálido, no por un bajón sino todo lo contrario: estaba tan ruborizado que parecía anémico. Si su sangre fuera roja ahora mismo brillaría como una condenada gamba, y eso que ni siquiera era tan blanco para ponerse de ese color. De golpe, como una sepia usando camuflaje, la consciencia de arder por todas partes tiñó carmesí su rostro, orejas y hasta sus hombros. Se puso de pie, salvando su ropa arrugada del borde de la cama.

Mierda —masculló—. No, yo-… mierda. Lo siento. No. Voy a- No. Tengo que- joder, mierda —sus palabras salieron a trompicones antes de guardar silencio, según se echaba la camisa encima con urgencia y buscaba algo en el suelo, como las razones para lo que había hecho. Ojalá pudiera recoger los mil trozos en los que se había roto su dignidad. Estaba jodido.

Al darse cuenta de que no había venido con nada más se echó el pelo para atrás, agitado, intentando aparentar calma mientras le daba la espalda al lémur. Por supuesto no pudo engañarse a sí mismo. Pensándolo bien podría haber seguido adelante, le dijo una vocecilla en su consciencia. Ya la había cagado, ¿no? Podía darse la vuelta, sentarse en sus piernas, volver a besarle, apretar contra su cintura y terminar de hacerlo... “mierda”. Los pensamientos intrusivos le tenían los pies pegados al suelo. No obstante el peso de su actos tiraba con hiriente fuerza. ¿Como podía tener tanto miedo del tiro que él mismo se había pegado?

Hablamos- hablamos luego —un paso. Dos, tres, cuatro. Se detuvo antes de coger el pomo. Le había gustado, y lo que es peor, le habría gustado que fuera más largo. Pero… se volteó para mirarlo. La imagen del chico con el torso desnudo le hizo tragar saliva y pensar, no necesariamente buenas ideas. No. No era tan tarde. Resopló ruidosamente—. Tay... —apretó los labios—. Mierda tío. ¿Qué ha sido eso?

Nunca había sido infiel, y hasta ahora al menos no se había imaginado siéndolo. “Yo no soy así”. Pero lo había sido, y ahora no sabía como sentirse ni con que cara mirar a nadie. No por pasivo era menos culpable.

Y lo peor de todo es que, aún en su cóctel de sentimientos, no se sentía satisfecho.

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